José María Marco

Felipe VI y el pacto nacional

La Razón
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En el discurso del Rey ante la posible declaración de independencia de la Generalidad, se destacan tres características. En primer lugar, la claridad con la que Felipe VI ha hablado de las consecuencias del nacionalismo: nunca se habían dicho las cosas así. Después viene la voluntad de dar seguridad a los españoles, a todos, pero en particular a los catalanes no nacionalistas: también es la primera vez que una institución del Estado se manifiesta en este sentido y asume el papel que le corresponde. La tercera es la firmeza con la que el Rey ha colocado a los partidos políticos ante su deber.

Cunde un estado de ánimo regeneracionista, como si se echara de menos un caudillo o un caudillito y por fin alguien con lo que hay que tener (casquería, como siempre) hubiera tomado el mando y abierto el camino a la aplicación de medidas coercitivas en Cataluña. Es posible, pero también se puede entender el discurso de otra manera. Y es que el Rey tiene en este asunto una posición especialmente delicada. Todos convenimos en que el símbolo vivo de la Nación no puede entrar en el terreno de la política partidista. Sin embargo, y dado que no hay un consenso acerca de la Nación, la Nación es en España un asunto político, sobre el que existen diferencias sustanciales entre los partidos nacionales o, mejor dicho, sobre el que la izquierda nunca ha querido llegar a un acuerdo con el resto, y menos aún con el PP. La posición del Rey está por tanto comprometida como no lo está en ninguna otra monarquía parlamentaria.

Lo que el Rey hizo el martes se puede interpretar por tanto no como una intervención en la política partidista, sino como una invitación a los partidos nacionales para que lleguen a un acuerdo sobre un asunto del que depende, como se acaba de comprobar, todo lo demás. Y el mensaje se dirige muy especialmente al PSOE, que como siempre y siguiendo lo que parece ser su naturaleza, se ha desmarcado de nuevo del Gobierno y del Estado.

Con independencia de lo que cada uno piense de la actitud de Rajoy, se podría decir que el eje de las decisiones que ha tomado el Gobierno sobre Cataluña es la de partir siempre de un consenso básico que es, por naturaleza, un acuerdo nacional. Si el discurso del Rey contribuye a incorporar al PSOE a este pacto, es decir a la Nación –a la nación constitucional, se entiende–, estaremos ante uno de los discursos políticos más importantes que se han pronunciado en la historia de nuestro país.