Gaspar Rosety

Fernando Vázquez

Fernando Vázquez
Fernando Vázquezlarazon

Hace años convirtió a un modesto Compostela en subcampeón de invierno. Se licenció en Filología Inglesa, ejerció como profesor de instituto y almacena profundos conocimientos en teología, pero su vida es fútbol.

Una noche, repasamos juntos las escuelas de sus compañeros de profesión y definió la perfección como la organización defensiva de Sacchi y el despliegue atacante de Cruyff.

Fernando Vázquez no disfrutó nunca de la ocasión de entrenar a un equipo grande. Ello le permitió hacer debutar en Primera División a más de sesenta futbolistas y dar la oportunidad de su vida a un excepcional Samuel Etoo, que hoy en día lo sigue llamando «Papá». Lo bautizaron «Harry Potter», y es fabricante de futbolistas creativos, máquina de sacar talentos donde otros no ven.

Se me hace fácil creer en él, que lleva la fe a la práctica cotidiana. La inversión en su tiempo de planificación y trabajo dará buenos resultados. Respira sabiduría y esfuerzo. Posee un cerebro solitario, un alma preparada para sufrir. Recogió un trabajo con el que no tiene nada que ver, ni en su génesis ni en su desarrollo. Sus ideas resultan opuestas. Por ello, la clave es tiempo.

Salvar al Deportivo no implica sólo que permanezca en Primera División, cuestión compleja, sino también organizar una estructura de club, con identidad propia, carácter autóctono y sentido de pertenencia e identidad desde la base. Siempre supo que ese banquillo, cuando llegase, sería una silla eléctrica.

Esta vez, como deportivista, le han pedido que hable con Dios pero incluso Dios tardó una semana en crear el mundo. Este gallego, gallego en estado puro, necesita una apuesta a medio plazo. Y mucha teología.