Elecciones en Estados Unidos
Ganó Trump
Ganó Trump las elecciones y cundió el desconcierto en todos los que a lo largo de estos meses de campaña electoral han ido despotricando contra él en el establishment y en los medios. Pero no ocurrió así en una mayoría de americanos, que son los que tenían que decidir, entre los que se encuentran mujeres, hispanos y latinos, homosexuales, «blancos», y toda esa retahíla de enemigos acérrimos que al parecer tenía. Y no sólo ha ganado la presidencia. El Partido Republicano también ha conseguido la mayoría en ambas Cámaras.
La reacción de los medios de comunicación, y de todos aquéllos que han confundido su deseo con lo que tenía que ser el resultado, ha sido la de siempre, profundizar en la crítica y en la descalificación del ya presidente electo y querer imponer sus deseos a la decisión del pueblo americano, sin centrar sus análisis en por qué se han producido estos resultados tan claros a favor de Trump y su partido. El izquierdismo autodenominado progresista y el liberalismo acomplejado reinantes en Europa y en Occidente en general no acepta bien reconocer sus equivocaciones y el rechazo de sus planteamientos a los que considera dogma de fe, y no se pregunta por qué millones de mujeres, hispanos, inmigrantes y demás «minorías» han votado a Trump. ¿Son masoquistas, locos, xenófobos, machistas? Un 54% de las mujeres le han votado. Las preguntas que les hacían periodistas de esos medios eran tan intimidatorias como: si iban a dejar de ir turistas a los EEUU, o sobre cómo era posible que votasen a un señor que quería deportar a 11M de ilegales, para pasar a explicar que la victoria en Florida, el estado latino por excelencia, se debía a los «cubanos y a los jubilados». Por supuesto ninguno se ha preguntado qué es lo que ha hecho Obama en la maravillosa gestión que aquí se ha pintado para que apuesten por Trump en lugar de la continuista Hillary. Y mucho menos si se puede tener un Secretario de Estado que utiliza su correo privado, el de su secretaria, o el de su asesora personal y el de su marido para gestionar asuntos que afectan a la seguridad nacional. Trump no ha sido un «outsaider» como Perot u otros millonarios que intentaron llegar a la presidencia del país. Era el candidato de un gran partido, el republicano, después de arrasar en unas durísimas primarias contra el establishment del partido, pero con el apoyo de los votantes.
Por supuesto, el primer discurso de Trump como ganador también les ha sorprendido, o quizás molestado, porque contra lo que les hubiera gustado, fue un discurso correcto, de reconocimiento a su adversaria y de llamamiento a la unidad de todos los americanos para luchar por su país.
Trump es un personaje peculiar sin ninguna experiencia política y de gestión, lleno de excentricidades y declaraciones inoportunas por muchas de las cuales ha pedido perdón, que ha aprendido rápido y deberá seguir haciéndolo en los próximos meses. Pero ha sabido sintonizar con la mayoría del pueblo americano y hay que darle tiempo. Y por ello ha sembrado la duda y la preocupación. Pero el sistema americano cuenta con instituciones capaces de corregir o impedir esas presuntas alocadas decisiones que se le suponen.
Lo realmente preocupante es saber qué está pasando en nuestras sociedades y comprobar cómo la falta de líderes nuevos fuertes, con principios claros y sin complejos, con un proyecto de futuro para el país y con capacidad de ilusionar, es lo que permiten que surjan y ganen este tipo de personas.
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