Alfonso Ussía

Generalidad

La Razón
La RazónLa Razón

«Mañana viajo a England porque me fascina London». Este sistema necio, mezclando lenguas diferentes en una oración cualquiera, es propio de políticos y periodistas, de comentaristas y tertulianos. En Televisión Española, los redactores de los servicios informativos que se emiten en español hablan de «la Generalitat», del «conseiller», de «Fisterra», de «Girona» y de «Hondarribia». Estupidez supina, sólo comparable al «vascos y vascas» y «compañeros y compañeras», tan habituales en la retroprogresía parlante. «Deseamos a nuestros olímpicos y olímpicas mucha suerte en Río», dijo un memo en Antena-3.

El ministro de Cultura y todo lo demás, Iñigo Méndez de Vigo, es el nuevo portavoz del Gobierno. Como poco, es trilingüe, por su condición de diplomático. Y es culto. Me ha gustado su primera comparecencia ante la prensa como portavoz. En lugar de la «Generalitat» de Soraya, se ha referido a la Generalidad de Cataluña. Parece una tontería y un matiz de rigor histérico, pero no lo es. La adulteración del español, nuestro idioma común que compartimos con quinientos millones de personas dispersas por el mundo, es consecuencia de la cursilería autonómica de la política y el periodismo. Cuando se habla o se escribe en español, se dice Generalidad, consejero, Finisterre, Gerona, y Fuenterrabía. Fraga Iribarne se empecinó en la gansada de obligar oficialmente a asumir en español el topónimo en gallego de La Coruña en beneficio de «A Coruña». Cuando se abandona Madrid por la carretera de La Coruña y se lee «A Coruña», los automovilistas interpretan la «a» como predisposición que confirma la dirección correcta.

En español, La Coruña lleva siempre el artículo singular femenino. En gallego es «A» y en español «La», y no hay tu tía, por mucho que Fraga (q.e.p.d.) sacara adelante su capricho. Y escribo del español, no del castellano, del que decía Cela que «es el bellísimo español que se habla en Castilla».

El ministro Méndez de Vigo se ha referido a la Generalidad. No ha hecho otra cosa que ser leal y preciso con el idioma que hablaba cuando emitió la referencia. El Presidente (no President) de la Generalidad de Cataluña, el Muy Honorable José Tarradellas, cuando hablaba en español decía Generalidad, Consejero y Lérida. El balbuceo autonómico es fruto –podrido, por cierto–, de los medios de comunicación escritos y hablados. Un mejunje que se ha impuesto en la costumbre de los españoles a fuerza de repetir la cursilería autonómica. Como si Cataluña y Valencia fueran menos Cataluña y Valencia por tener Generalidad y no «Generalitat». En español, Generalidad. En catalán y valenciano, «Generalitat», y los idiomas felices y contentos por el buen uso que de ellos se hace.

Son los políticos, los escritores, los periodistas y los comunicadores los obligados a la pulcritud y la corrección escrita y hablada de los diferentes idiomas españoles. La mezcla resulta tan inculta como irritante. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, la ha tomado con la Familia Real, quizá desconociendo que el Rey de España es el Conde de Barcelona. No obstante, su empresa se me antoja fallida. Ha eliminado del callejero a todos los «BorbÓ», que no tengo puñetera idea de quienes son o han sido. Como si a los respetables ciudadanos apellidados Conejo, superada la Franja, les obligan a renunciar a su apellido Conejo por Cunill. Si los Borbón son los «Borbó», el diputado Rufián –en todos los sentidos–, será en Cataluña «Rufiá», que por otra parte suena mucho mejor.

Los periódicos, incluido el mío y en el que escribo, harían bien en cuidar el español, cuidado que ignoran en su totalidad. Y los informativos, y las tertulias, y el Parlamento, y el Gobierno de España. Al fin tenemos un ministro de Cultura que no cae en la cursilería de la «Generalitat». Buen comienzo.