César Lumbreras

Gil Tamayo

El octavo mandamiento de la Santa Madre Iglesia reza lo siguiente: «No levantarás falsos testimonios ni mentirás». Como no quiero pecar, por lo menos hoy, me veo obligado a decir que Rouco se llevó ayer un varapalo importante, propinado por sus hermanos en el Episcopado, con la elección de José María Gil Tamayo como secretario general y, probablemente como portavoz, de la Conferencia Episcopal. De los tres candidatos en liza, Gil Tamayo, también colaborador de LA RAZÓN, es el que menos gustaba a Rouco, pero, mira por dónde, es por el que se ha decantado una mayoría de los obispos, ya que ha obtenido un total de 48 votos, frente a los 17 del titular de la diócesis de Guadix, Ginés Beltrán, y los 12 de César Franco, obispo auxiliar de Madrid y candidato de Rouco. Con esta elección, que tuvo lugar ayer, ha comenzado la renovación en la cúpula del Episcopado español, que tendrá sus próximos episodios en la elección de presidente de la Conferencia Episcopal, a mediados de marzo, y con la designación por el Papa de los sucesores de Rouco y Martínez Sistachs al frente de las archidiócesis de Madrid y Barcelona, respectivamente. Gil Tamayo, miembro del Opus, es un especialista en medios de comunicación social y conoce bien los entresijos de la Conferencia Episcopal, incluidos parte de los económicos, por haber trabajado en ella durante bastantes años, hasta que se vio obligado a volver a su diócesis de origen, la de Badajoz. Saltó a la «fama» durante el último cónclave para elegir Papa, porque fue el portavoz del Vaticano en lengua castellana. Con él comienza la renovación de la cúpula eclesial, un proceso que es como un río que viene con fuerza e imposible de parar.