Julián Redondo
Gran bola de nieve
El Barça, o sea, Sandro Rosell, pretende que el juez Ruz se inhiba y que el «caso Neymar» sea juzgado en la Ciudad Condal. La petición no se sostiene, pero no hay que descartar que sea el origen de una monumental bola de nieve que en el trayecto de la montaña al valle se convierta en una conspiración más de Madrid, del centralismo, del Madrid, de la caverna, de la central lechera y de algún nostálgico quintacolumnista contra el club azulgrana. Por tanto, un motivo más para exigir la independencia.
Lo de presionar para que Ruz se inhiba suena a chiste. El presunto delito lo ha cometido un español en el extranjero, y mientras Artur Mas no demuestre lo contrario, Catalunya es España; Rosell, ciudadano español; papá Neymar, un lince, y la Audiencia Nacional juzga. Aunque el engañado haya sido el «soci». Si ha habido delito fiscal, ya se sabrá. Y no será menos fechoría en un juzgado de Barcelona que en uno de Madrid. O no debería serlo. Ni contratando de abogado defensor a un sátrapa con poder absoluto como Sadam Hussein, de quien contó Manu Leguineche, el maestro de periodistas que ayer nos abandonó: «Todo el mundo se le arrodillaba. Se examinó de Derecho, se hizo escritor. Pero ni estudió Derecho ni escribía. Un desastre».
Por mucho que duela, si el pastel que ha destapado la Fiscalía por la denuncia de Jordi Cases es un delito, la Ley sólo tiene un camino, y ojalá que una sola interpretación para que las tertulias no sean el comienzo de una guerra civil. Aboguemos pues por la independencia (periodística). «Tú escribe lo que veas, que la historia ya dirá lo que ha pasado». Sí, Leguineche también dejó esta frase para la posteridad. Descanse en paz.
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