Política

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Hacia una nueva alianza en Cataluña

Hacia una nueva alianza en Cataluña
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Los últimos movimientos erráticos de Artur Mas están obligando a una reconsideración de las alianzas en Cataluña. La Uniò Democrática de Duran Lleida, uno de los partidos históricos, mantiene contactos, más o menos discretos, con fuerzas no independentistas, especialmente con el PSC de Iceta, para frenar el proceso actual y tratar de componer una alianza de gobierno alternativa que rompa con la dependencia actual de Esquerra Republicana, que está resultando la verdadera beneficiaria de la consulta soberanista. Duran no quiere ir con Oriol Junqueras ni a misa. Y al revés. Se trata de impedir unas elecciones más o menos plebiscitarias en las que ERC se quede con el santo y la limosna, con la ayuda del sector de Convergencia que comanda Mas, y proclame unilateralmente la independencia, lo que provocaría un conflicto de efectos demoledores y difícilmente reparables. El cambio de pareja de baile en la Generalitat y la vuelta al diálogo con Madrid y a la política de pacto no es una operación sencilla, a pesar de que cuenta con el respaldo del mundo del dinero, de la Iglesia y del sentido común. Sería una operación de emergencia hasta las próximas elecciones autonómicas y exigiría de entrada la retirada voluntaria del actual presidente catalán, al que se considera amortizado. Esto significaría la consagración definitiva de su fracaso político. Es verdad que Duran preferiría mantener la alianza de su partido con Convergència; pero la ruptura de la coalición, ahora latente, seguramente se consumaría. Sobre el papel, democristianos y socialistas, a pesar de que ahora mismo no están, ninguno de ellos, para tirar cohetes, constituirían una base sólida de gobierno con la ayuda externa de fuerzas minoritarias.

La escalada de ERC en las encuestas seguirá aumentando -opinan en estos medios- si no se realiza ya un cortafuegos que logre acotar el incendio de la opinión pública, alentado desde los medios públicos de comunicación y desde poderosas organizaciones sociales, manejadas por Esquerra y que orientan hasta ahora la temeraria política de la Generalitat y la arrastran hacia el precipicio. De no poner remedio cuanto antes, es la misma Convergencia, la poderosa fuerza política creada por Jordi Pujol, la que corre peligro de desaparecer. El escándalo que rodea a su fundador, con ramificaciones cuyo alcance aún se desconoce, obliga ya, a juicio de destacados dirigentes, a su refundación sobre bases algo diferentes. En esta recomposición, Uniò Democrática aspira a tener un mayor papel vertebrador. Durante toda esta crisis, sus representantes han mantenido contacto ininterrumpido con el Gobierno español. O sea que, en contra de opiniones interesadas o mal informadas, el diálogo subterráneo con La Moncloa no se ha interrumpido nunca. Tanto los nacionalistas democristianos como los dirigentes socialistas de aquí y de allá proponen a Mariano Rajoy una salida negociada, en busca de una «tercera vía» con las reformas constitucionales que hagan falta. Si cuajara este cambio de alianzas en Cataluña, la mesa de las negociaciones estaría dispuesta inmediatamente en La Moncloa, dándole la razón a Borges, para el que «la mejor cosa que registra la Historia Universal (es) el descubrimiento del diálogo».