Gaspar Rosety
Higuaín es el gol
Gonzalo Higuaín es, sin duda, el delantero estrella de la durísima Liga italiana. Si hay un país inhóspito para un delantero, si existe un territorio hostil para un goleador, ése es el Calcio. Las defensas se imponen siempre a las delanteras y sólo aquellos grandes futbolistas que brillaron por encima de las estrellas consiguieron sobrevivir al catenaccio. El «Pipita» Higuaín es uno de los escogidos.
Lo recuerdo cuando llegó al Real Madrid, en diciembre de 2006, era el menos famoso, el que menos recorrido traía, apenas una decena de partidos con River, tan solo doce millones de euros y una estampa de pistolero del área que resultaba innegable. Aquel año, su juego, lejos de las porterías y también en las áreas, permitió soñar al Madrid de Fabio Capello con ganar una Liga que supo a gloria a los madridistas, hartos del dominio barcelonista. Higuaín resultó pieza clave junto a Van Nistelrooy. La Liga siguiente, el Barcelona le hizo pasillo al Madrid en el Bernabéu y los blancos ganaron la Liga con 18 puntos de ventaja y un golazo del Pipita en Pamplona que provocó un colapso en Cibeles.
Más tarde, Higuaín se fue. Con su carácter argentino, bien encaminado por su padre, que fue futbolista antes que fraile, eligió Nápoles, el legado de Maradona, la sombra del «Pelusa». Y no le va mal, es el rey Pichichi en la liga más defensiva del planeta y allí siguen brillando sus goles como soles. Una predestinación cantada hacia las redes contrarias. Personalmente, me alegro de sus éxitos. Su calidad, humana y futbolística, lo merece. El gol es un bien escaso.
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