Hispano

La celebración de la Hispanidad es una manifestación de satisfacción y no debe causar desánimo alguno. Lo hispano representa lo más universal y una mezcla única de pueblos e historia. Sólo visiones restringidas e interesadas de la realidad pueden rechazar lo universal. Los nacionalismos, y los hay de muchos tipos, no aceptarán jamás la condición de hispano porque significa una visión integradora de la realidad. El origen del derecho internacional y buena parte de la afirmación de los derechos humanos encuentran su razón de ser en la cultura hispánica.

El español se constituye, asimismo, como una lengua de entendimiento y comunicación y como un baluarte para la defensa de lo universal frente a los localismos y nacionalismos. No debe sorprender que, desde diversos lugares, se combata lo hispano. La visión más desoladora de lo anglosajón rechaza y abomina de la Hispanidad. Las expresiones de Donald Trump no sólo son lamentables, sino que expresan el profundo malestar que genera lo universal. Cabe esperar que los ciudadanos norteamericanos no den posibilidad alguna a quienes caminan en la dirección contraria a la cooperación internacional. Nada enriquece más la cultura estadounidense que la irrupción de los hispanos y el declive que experimentan los Estados Unidos, como potencia mundial, sólo se ve suavizado por la complejidad cultural que ha adquirido en los últimos años gracias a la presencia hispana en ese país.

La hispanidad se erige, también, en defensa de los derechos humanos y es un arma de reivindicación de la gente sencilla. Los nacionalismos están promovidos por la burguesía y tienden a eliminar toda otra forma de expresión cultural que no les convenga. La alcaldesa de Barcelona bien podría promover el español en su ciudad y no tolerar que ni un solo ciudadano fuese sancionado por rotular en español. La intransigencia del nacionalismo no lo permitirá. Sólo las visiones amplias y generosas, como la de la Hispanidad, caben albergar la esperanza de que la humanidad tienda a lo universal.