Marta Robles
¿Horas de fe?
Avueltas con el tiempo de Religión en los colegios, siempre tengo la sensación de que todo lo que tiene ver con esta materia está en exceso regulado. Y me explico. Creo firmemente que lo espiritual está asociado a lo íntimo y que cuantos menos intermediarios existan, mejor comunicación con Dios y menos espacio para los intereses mundanos. Con todo, reconozco que echo de menos que en el colegio de mis hijos, que he elegido bilingüe, no impartan la asignatura de Religión, ni les hablen de la figura de Jesús, porque creo mas allá de la propia Religión, la cultura europea tiene unas innegables raíces cristianas de las que no entiendo que algunos renieguen. Por eso, intento paliar esa carencia escolar compartiendo con ellos mi propia formación de pupila de colegio de monjas, además de apuntarles a la catequesis obligatoria para participar en los sacramentos. Y debo decir que no los inscribo en cualquier sitio; es decir, no quiero que se preparen para recibir la Primera Comunión en la iglesia más cercana, sino que trato de elegir el sacerdote que creo que mejor les puede enseñar. Si intento dejar su cuerpo en manos médicas de confianza, ¿cómo no voy a hacer lo propio con su alma? Debo decir que creo, sin embargo, que ni la formación religiosa en el colegio ni la familiar ni la catequesis aseguran que se vaya a creer en Dios ni a elegir mis creencias como doctrina. La fe es un don y quien la tiene la disfruta, y quien no, puede intentar buscarla dentro de sí y puede acabar hallándola algún día o no. Pero para creer... ¡no hay horas lectivas definitivas!
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