Relación PSOE-PSC

Iceta y un señor de Asturias

La Razón
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Un gran amigo asturiano, contador de historias, me desgranaba su sorpresa por lo que lee de Fernández. Están conociendo a su Presidente por las crónicas que llegan de Madrid. Los cantarines de gesta atribuyen a Fernández un control de los tiempos que si fuera Rajoy se calificarían de «pereza», pero con Fernández es «estrategia y dominio». Su verbo en rueda de prensa ayuno de emoción es «control». Seguro de que algunas crónicas y capotazos le hacen sentir vergüenza al protagonista. El hombre que tenía el encargo de apaciguar, templar y mandar... está solo. En los pocos ratos que tiene con sus íntimos dice eso de: «¿Cuando llegamos?». El horizonte del Congreso del PSOE se aleja en el tiempo como el espejismo del sediento. La orden es que Pedro muera en el desierto y Fernández estira los calendarios. Se ha instalado en el socialismo la idea de que lo primero es liquidar y luego, si hay tiempo, reconstruir lo que han «okupado» los de Iglesias. Para esa misión de «monje guerrero» este «Don Pelayo» del socialismo quiere una reconquista regada de discreción. Llega tarde al circo. Las pantallas y las hermandades territoriales del socialismo exigen sangre y leones. Las relaciones del PSOE y el PSC viven otra de sus crisis cíclicas pero esta vez el aparato del sur no quiere excepcionalidades. Los socialistas catalanes se niegan a romper pero el PSOE orgánico quiere puya y castigo. Hay quien todavía considera que el triunfo perdurable se puede asentar sobre la purga y el miedo. Hay quien todavía considera sinónimos liderazgo y autoritarismo. Luego, son los mismos que se preguntan por la espantada de los jóvenes de las estructuras pétreas de los partidos. Ya hemos entrado en esa fase y con balcones a la calle. «Penélope Díaz» anda tejiendo un sudario para los caídos y no espera a nadie, sólo espera su momento para desfilar sobre las ruinas de lo que ha sido el partido con más poder. El PSOE de las teles es un partido de anécdota y entrevista luminosa sin fondo. El PSOE parlamentario es una caricatura incapaz de mantener sus pactos. Un grupo preocupado por salvar los puestos y los cargos en el naufragio de la socialdemocracia. Antonio Hernando merece ser un asignatura en las facultades de políticas y en las de teología. El PSOE real de los militantes está silenciado y borrado de las fotografías. El PSOE de la Gestora es un PSOE de traje gris y cintura de piedra que es incapaz de bajar del friso del Partenón de la Transición... el que revisitan en VHS.