Pactos electorales
Implacable señor D'Hont
Sondeos de intención de voto como el publicado el lunes por este periódico y algún tracking electoral manejado por los principales partidos vienen a coincidir en el elemento que hará de esta campaña electoral y en contra de lo previsto por tratarse de una repetición de la ya vivida en diciembre, una de las más encarnizadas que se recuerdan en nuestra democracia, no tanto en el dibujo del teatro general de operaciones, como en las batallas que puntualmente se van a librar en el ámbito más concreto de un puñado de provincias claves.
Dieciséis circunscripciones en todo el territorio nacional, tal vez dieciocho pueden decidir el futuro de España para los próximos años y los sanedrines que en las cuatro grandes formaciones políticas se encargan de marcar la estrategia saben que en este caso no hace falta andar interpretando las vísceras de ningún búho. En docena y media de provincias se juega la suerte del 26 de junio bajo la inmisericorde aplicación del método de promedio mayor para asignar escaños que recoge el sistema creado por el belga Victor D’Hont hace 138 años.
Pero los sondeos a un electorado especialmente decepcionado cuando no frustrado y al parecer no demasiado dispuesto –si no se queda en casa el «26-J»– a cambiar su voto respecto a diciembre, marcan otras tendencias que vienen a aliviar los malos tiempos que atraviesa la demoscopia. La bipolarización derecha-izquierda –no confundir con el bipartidismo– se vuelve a hacer más patente. El voto útil que otros llaman del miedo ya juega un papel que puede acabar mostrando un más que curioso trasvase en círculo que no perjudica a nadie aunque beneficia a todos, a saber, la plataforma de Iglesias y Garzón le dará un soberano bocado –con independencia de que haya «sorpasso»– a un PSOE de Sánchez que a su vez disputa con Ciudadanos parte del espacio de centro mientras que la formación de Rivera se disputa el centro derecha con un PP de Rajoy que cerrando el círculo puede acabar damnificado con la pérdida de entre cinco y siete escaños por el efecto «Unidos Podemos» en ese citado elenco de provincias entre las que destacan de forma especial Madrid, Sevilla, Jaén, Toledo o León. Ya ven, el juego de la silla. El resultado previsible volveria a situar en esa recuperada bipolarizacion lo más parecido a un empate a 165 entre las sumas de las izquierdas y del PP más Ciudadanos, con el foco apuntando inevitablemente de nuevo sobre un nacionalismo catalán que ya no es el que pactaba con González o Aznar, sino un claro desafío a la integridad del Estado. Hoy, a poco más de un mes para la nueva cita con las urnas toca fijar unas líneas de tiro que aún no están afinadas, tal vez por ello algunos en el propio PP anden con la mosca tras la oreja frente a la estrategia de señalar a Podemos como primer adversario ignorando a socialistas y Ciudadanos, el señor D’Hont podría hacerlo pagar caro en esas 16 provincias claves.
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