Alfonso Merlos
Impunidad enmascarada
Sortu anuncia que los etarras encarcelados por extorsionar o amenazar, por asesinar o mutilar, serán chicos buenos si se les pone en libertad. Fenomenal. Podríamos hasta creerlo. Pero en España rige el Estado de Derecho, hay un desarrollo legislativo que regula el cumplimiento (¡incluso íntegro!) de las penas. Y de ahí nada ni nadie puede ni debe moverse. ¿Dónde quedarían la seguridad jurídica y la claridad moral?
Que los testaferros de ETA en las instituciones admitan que los despojos que tienen las manos manchadas de sangre deben abandonar sus celdas para reinsertarse en la lucha pacífica por la independencia es un avance. Importantísimo. Innegable. Pero, ¿significa eso que tiene la democracia que practicar excarcelaciones selectivas dado el detalle de estos pistoleros de no volver a empuñar un arma? La respuesta es no.
Pero hay otra negativa mayor. La que procede dar a los portavoces de los encapuchados cuando aseguran que toca mover ficha por todas las partes dado «el nuevo tiempo político». ¿Acaso esta etapa histórica, con la legislatura recién inaugurada, debe estar presidida por alguna suerte de amnistía para quienes han dejado una tabla de un millar de muertos y miles de heridos? ¿Y quién va a liderar este atropello? ¿El PSOE con Podemos? ¿Han formado ya gobierno sin que nos hayamos cerciorado los ciudadanos?
No es lo más relevante del nuevo plan de Sortu que haya incluido la revelación de los trapicheos de Zapatero con los etarras. Ya los conocíamos. Lo decisivo es el anuncio de que el ruido de las bombas no volverá a ser escuchado. Y la reacción no debe ser «gracias». Estaría mejor un «cumplan las condenas y, cuando recuperen la libertad, cumplan la ley». ¿OK?
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