Alfonso Merlos
Indolencia socialista
Una cosa es ser tranquilo; otra, impasible; una tercera, indolente. Ninguna de estas actitudes vale hoy en la lucha contra la corrupción. Y el PSOE en Andalucía está reproduciendo a su manera cada una de ellas. Inaceptable. La consecuencia de no haber entendido nada. También es verdad que pedirle a los socialistas una reacción inmediata e incondicional, irrestricta y ejemplar frente a esta lacra es pedir lo imposible: que la Luna no se deje ver cuando cae la noche. Y aun así, la señora Díaz debería corregir ipso facto –va siendo tarde– la respuesta que se dispensó en el pasado a los imputados que ocupaban cargos públicos. No. Ya no valen las medias tintas. Sólo cabe la salida y la defensa desde la otra orilla de las instituciones de quienes deberán aclarar en sede judicial que no son malhechores. Y son, hasta donde se sabe, cinco. Hasta donde se sabe, porque el PP está probando ante los herederos de Chaves y Griñán una vigilancia férrea de quienes malversan la confianza de la gente entregándose, por ejemplo, a la prevaricación. Y porque ha entendido que los delitos que se han apilado en esa hermosa región de España trascienden el caso Guinness que significan los ERE falsos. Conocido el paño, falta comprobar ante este iniciático escándalo los hechos (no las palabras) de Ciudadanos. Quizá debieran aplicar el implacable puño de hierro con el que amenazan en Madrid cuando aparece algún político que representa una situación embarazosa.
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