Carmen Enríquez
Iniciativa necesaria
Cumplidos ya los seis meses de la proclamación del Rey nadie puede quejarse de inactividad por parte de Don Felipe y Doña Letizia. Ni tampoco de que el nuevo Monarca se olvide en sus discursos de los ciudadanos que lo están pasando peor a causa de la crisis que ha afectado de forma dramática a niños y adultos que han perdido sus empleos, sus casas y su capacidad de dar sustento a sus familias. Las personas que tienen que recurrir al Banco de Alimentos y a los comedores sociales se han multiplicado de forma alarmante y lo que es peor, se encuentran bastante desprotegidas.
Por tanto, hay una asignatura pendiente en la agenda de los nuevos Reyes que es de suponer se tratará de aprobar sin mucha dilación. No es otra que la de realizar algunos gestos que den visibilidad a su preocupación por los más desfavorecidos, los que se han visto despojados de lo más elemental para llevar una vida digna si es que alguna vez la han alcanzado. No es fácil llevar a cabo esa tarea sin que la pareja real corra el riesgo de ser acusada de comportarse de forma populista. Pero es tan necesario un gesto de acercamiento a ese mundo, poblado en algunos casos por personas que antes de la crisis vivían con holgura, que hay que dejar de lado los escrúpulos y asumir con valentía la posibilidad de que se los critique. Hay riesgos que merecen la pena.
En la memoria de algunas personas que pasen al menos de los cuarenta años seguro que se conserva aún la imagen de la visita de Don Juan Carlos y Doña Sofía hace 20 años a los enclaves más deprimidos de la zona sur de Madrid, la Celsa o el Pozo del Tío Raimundo. La foto de los Reyes tomando un café en la chabola de Ramón y Angélica, con el tío Aquilino y el tío Isidoro, confirma la teoría de que más vale una imagen que mil palabras.
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