Pilar Ferrer
Inquieto y estresado
Compañeros de trabajo, periodistas de tribunales y vecinos del barrio donde vive coinciden: «No hay una transformación del juez Castro antes y después de la Infanta». A tan sólo dos días de la declaración de la hija del Rey ante el Juzgado de Instrucción número 3 de Palma, José Castro Aragón mantiene sus cotidianas costumbres. Aunque lleva en el foco mediático desde 2009, cuando estalla el «caso Palma Arena», sus allegados reconocen que el asunto de la Infanta Cristina ha desbordado toda previsión. «Han venido hasta periodistas de Japón», comentan por los alrededores de los juzgados, donde se ubica la marabunta informativa.
El juez llega a su despacho a la hora habitual, ocho y media de la mañana, y saluda a los periodistas. Suele ser correcto, aunque «Hay días que viene cruzado», explican los allí apostados. Como cuando se crispó bastante en su último y duro enfrentamiento con el Fiscal Pedro Horrach. Personas que bien le conocen recuerdan que Castro ha tenido, hace años, problemas de salud. En concreto, una dolencia cardiaca y una fractura de hombro. Acude con periodicidad al médico, quien al parecer le ha diagnosticado una fuerte subida de tensión arterial. Nada extraño que ahora esté «más inquieto y muy estresado», según su entorno. Durante su trabajo en el despacho, al que siempre llega en bicicleta o en moto, ya no sale a un bar cercano para tomar café, con el objetivo de evitar preguntas. Al acabar la jornada, el juez retorna a su barrio de El Molinar, pegado a Portixol, donde también viven sus hijos y nietos. Tiene fama de no esconderse de nadie, pero la trascendencia de su veredicto hace que ahora incremente, aún más, el celo de su vida privada. Con su actual compañera, una mujer muy discreta de Inca, sale muy poco y lleva días sin frecuentar un local de flamenco, del que es aficionado. Sólo ha recibido las visitas de sus tres hijos, fruto de su primer matrimonio, y sus nietos, con quienes monta en bicicleta por el barrio palmesano.
Tampoco ha dejado de acudir al gimnasio donde practica el kendo, arte marcial japonés. En su entorno aseguran que no hay un cambio sustancial en su persona y en su vida por la declaración de la Infanta, si bien admiten que el «estrés» va por dentro, sobre todo por el acoso y las presiones que, según dicen, ha sufrido. No le gusta que le fotografíen con la toga y ha prohibido los móviles en el interior de la Sala donde la hija del Rey será interrogada. El sábado sabremos cómo actúa y se comporta en un acto sin precedentes. El más difícil de su carrera.
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