Comunidad de Madrid

Irreconciliables

La Razón
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El último zarandeo entre el Sr. Iglesias y el Sr. Errejón evidencia lo irreconciliable de su relación. El motivo aparente fue el control en el proceso de confección de la lista electoral autonómica, pero lo que hay detrás es el intento de aniquilación del uno hacia el otro.

Cuando el líder podemita ganó el último Vistalegre, decidió apartar al Sr. Errejón, para castigarle de manera ejemplar por su deslealtad en el intento de enfrentarse a él, pero, también, como medida para descabezar todo conato interno de discrepancia con el todopoderoso líder.

El problema es que no era fácil enterrar a alguien que se había forjado una imagen de cierta solvencia y moderación, exactamente los ingredientes que necesitaba la organización podemita sobrada de radicalismo.

Por ello, la jugada del Sr. Iglesias fue medida y se blindó frente a las críticas. Con la precisión de un cirujano decidió cortar por lo sano, ofreció la candidatura a la presidencia de la Comunidad de Madrid al Sr. Errejón, así le apartaba de la primera línea nacional y, lejos de desaprovechar su presunto capital político, lo empleaba en el combate de la plaza más importante de España.

A quien preguntaba le respondía que el perfil del Sr. Errejón era adecuado para Madrid, de imagen socialdemócrata, que aporta cierto toque intelectual y asegura que a nadie se le liquida en política poniéndole en la línea de salida para ganar Madrid.

Sin embargo, la realidad es que el Sr. Iglesias no quiere ni por un segundo que su enemigo interno se convierta en el presidente madrileño, porque, si ocurriese, entonces sí que se convertiría en un aspirante serio a su sillón. Por otra parte, una derrota electoral le llevaría al ostracismo político total y le haría responsable de echar por tierra las expectativas de su partido.

En ese escenario, avivar alguna tensión interna es algo que, curiosamente, viene bien a ambos protagonistas en sus objetivos particulares. El Sr. Iglesias sabe que todo conflicto interno en Madrid merma aún más cualquier posibilidad de victoria electoral y, al final, en los partidos políticos se miran resultados y no las causas de los mismos.

Por su parte, el Sr. Errejón sabe que, en realidad, ganar las elecciones en la Comunidad de Madrid siempre ha sido muy improbable, por ello, cuantas más evidencias ofrezca de las zancadillas de la dirección nacional a su candidatura, más fácil será la construcción de su propio relato explicativo.

Todo esto, que tiene su lógica interna en términos de poder personal, es absolutamente extemporáneo en un momento en el que la Sra. Cifuentes tiene, con toda probabilidad, sus horas contadas al frente del gobierno.

Podemos no tiene arreglo, se autofagocitan y han heredado lo peor de los partidos tradicionales. El PSOE, por su parte, debería aprender varias cosas de todo esto. La más evidente, que Podemos no es un aliado que le convenga, por razones ideológicas y también por cuestiones prácticas.

Además ha habido alguna cosa que ha llamado la atención en los últimos días. El secretario general del PSOE madrileño ha recibido algún ataque, unos lo atribuyen a una acción de ataque del PP, pero hay quien está convencido de que el intento de desgaste es una operación interna de algún “mecedor de cunas”, para dejar libre el camino a quien desea hacer lo mismo que el Sr. Iglesias o el Sr. Errejón, pero en el PSOE.

Seguramente esto no es así, porque sería un suicidio que los socialistas madrileños, de nuevo, cometiesen un dislate de ese calibre que solo beneficiaría al Sr. Rivera, especialista en vivir de los errores de los demás.