Cástor Díaz Barrado

Kobane resiste

Turquía es Europa y, tarde o temprano, la Unión Europea tendrá que decidir la incorporación de este país, de mayoría musulmana, al proceso de integración. La candidatura de Turquía hae tiempo que está por resolver. A pesar de las resistencias, la incorporación de Turquía sería beneficiosa y aportaría un nuevo impulso a la integración europea. No olvidemos que las amenazas del yihadismo están a las puertas de Europa. La ciudad de Kobane, situada en la frontera entre Siria y Turquía, resiste desde hace más de un mes el asedio y los ataques del Estado Islámico y, a pesar de su escaso y limitado valor estratégico, se ha constituido en un símbolo de resistencia frente a la barbarie que representan los yihadistas del Estado Islámico. La comunidad internacional comienza a ser consciente de que la caída de esta ciudad kurda sería un éxito para quienes vienen demostrando una falta absoluta de respeto hacia los derechos humanos y para quienes aplican sin contemplaciones leyes inhumanas. Kobane resiste y la resistencia de Kobane significa, de algún modo, la voluntad de que la democracia y los derechos humanos puedan imperar en los territorios que reclama el Estado Islámico. Las Unidades de Protección Popular están dando ejemplo de que los islamistas no son invencibles y que su victoria no es inevitable. Los kurdos de Kobane están demostrando que es posible detener su avance. El papel que están jugando las mujeres kurdas en estas unidades es una muestra significativa de que Occidente debe apostar por la defensa de Kobane. Los intereses nacionales deben ceder ante la ofensiva yihadista que, a la postre, se ha constituido en la principal amenaza para todas las partes en los conflictos que asolan la zona. La entrada de los peshmergas iraquíes en Kobane a través de la frontera con Turquía y de milicianos del Ejército Libre Sirio pone de relieve que el riesgo yihadista es capaz de unir a fuerzas muy diversas. Incluso, los seguidores de Bashar al-Asad están dispuestos a colaborar para poner fin al Estado Islámico. Kobane es mucho más que un símbolo de resistencia y el triunfo de quienes combaten en esta ciudad contra los ataques yihadistas debe ser interpretado como la posibilidad de acuerdos para resolver, con el tiempo, los conflictos de la zona. Turquía no debe temer el ascenso del poder kurdo y debería resolver, mediante fórmulas democráticas, la cuestión kurda. Kobane se constituye, también, en un símbolo de la autonomía kurda. El Estado Islámico debe ser vencido a las puertas de Europa.