Ely del Valle

Kukurrukuku

La Razón
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Dos meses después de la celebración de las elecciones, Navarra tiene, por fin, una nueva presidenta producto de un pacto a cuatro que es una fórmula que casi siempre acaba de aquella manera porque cuando el gobierno, como en este caso, es cosa de tres y el del tambor – Podemos no participa pero también marca el paso– la lucha de poderes suele estar cantada. En su discurso de investidura, Uxue, que para el que no lo sepa significa paloma en euskera, ha hecho varias afirmaciones cuando menos curiosas: que las fuerzas que han firmado el acuerdo rechazan el uso de la violencia con fines políticos, como si eso fuera algo extraordinario; que va a ser una presidenta abertzale en una comunidad que mayoritariamente no lo es, con lo que se ha cargado de un plumazo la tesis de que la mayor parte de los navarros aprueba su elección; que, aparte de poner en marcha varios centenares de medidas sociales sin explicar, ya ha pactado la paralización un buen puñado de infraestructuras y que lo que va a abanderar no es un cambio de siglas sino de valores, que es lo que ahora hay que decir si se quiere hacer un discurso redondo. Fuera de eso, la nueva presidenta que ya se había preocupado de formar gobierno antes de ser investida, ha tenido un cariñoso recuerdo para su consejera de Interior, y aquí paz y después gloria. A partir de este momento, y una vez concluido el «currucucú» de su discurso, lo que tiene Uxue por delante es una legislatura a cuatro bandas en la que lo prioritario, por lo visto, es matrimoniar con los vecinos cuanto antes ganando al mismo tiempo soberanía. No, si yo tampoco lo entiendo... pero es lo que hay.