Iñaki Zaragüeta
La abstención, única opción
Desconozco qué se trae entre manos Pedro Sánchez, pero su persistente «no es no» es insostenible. ¿Desea devolver a Rajoy la tunda parlamentaria que le endosó cuando se presentó a la fallida investidura? ¿Lo quiere hasta el punto de ver al líder popular con dos votaciones fracasadas? ¿Tras la venganza, pretende intentar de nuevo el acuerdo imposible con la izquierda radical, comunistas y separatistas para llevar a España a la crisis política, económica y social? ¿Vislumbra su salvación en unas terceras elecciones a pesar del descenso en las del 26-J?
Son preguntas cuya respuesta tiene él, siempre que sus correligionarios se lo permitan, lo cual es correr un riesgo nada calculado. Aunque mi amigo Rogelio contaba ayer otra posible interpretación «ante el futuro en la nada que le espera», Sánchez ha optado por alargar la agonía todo el tiempo que la Constitución le permita, pensando que los suyos respetarán la legitimidad de haber sido elegido en Congreso Federal.
Sin embargo, Sánchez debe tener claro que no podrá librarse de las consecuencias de sus decisiones, al igual que está obligado por la responsabilidad de su cargo en una democracia desarrollada. Alguien dijo que la responsabilidad es el precio de la grandeza. Ésa no es otra que ayudar a España a seguir en el lugar que le corresponde en el concierto europeo, responder con solvencia a los compromisos adquiridos y llevarnos por la senda emprendida de superación de la crisis y del desarrollo. Sánchez no puede elegir una aventura que desean, entre otros, quienes odian a España.
Por más que se empeñe, puede vengarse de Rajoy el día 31, no el 2. Así es la vida.
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