Julián Cabrera

La bisoñez de Cayo

Hoy miércoles se escenifica una nueva vuelta de tuerca impulsada desde el Gobierno de la Generalitat en su peligrosa, y puede que sin retorno, deriva soberanista en Cataluña. El Ejecutivo que preside Artur Mas se viste de punta en blanco y presenta su llamado «pacto por el derecho a decidir». Hasta ahí nada nuevo, porque ni siquiera los sondeos que ya sitúan a ERC por encima de CiU por su condición de original frente a la placa más borrosa parecen hacer reaccionar a Mas y su entorno. Lo realmente preocupante pasa por la actitud de otras formaciones.

Y aquí la izquierda, sobre todo una parte importante de la izquierda nacional que encarna la IU de Cayo Lara, tiene una más que destacable cuota de responsabilidad no exenta de oportunismo político. Es cierto que por su lado, el PSC de Pere Navarro, que siempre se nutrió en las urnas de voto obrero inmigrante, está pagando, y muy caros, sus guiños a la corriente identitaria, pero contemplar además al líder comunista español firmando manifiestos por el derecho a la autodeterminación de Cataluña sólo añade incertidumbres y palos en la rueda.

Cayo Lara parece empeñado en que las elecciones al Parlamento Europeo escenifiquen lo más parecido a un «sorpaso» con el PSOE, algo similar a lo acaecido en Grecia con Alexis Tsipras, cuya formación, Syriza, acabó mojándole la oreja al histórico PASOK, pero ojo con el precio.

Para la izquierda que coquetea con el independentismo sería bueno recordar, por ejemplo, que el propio Ortega y Gasset acabó rectificando sus palabras en las Cortes de la segunda República, cuando afirmó que «los nacionalismos periféricos son un problema con el que habría que acostumbrarse a convivir», o que el PSC ha pasado del millón doscientos mil votos del año 99 a la mitad en la actualidad. A ver si se centran.