Alfonso Merlos
La butifarra
Acierto indiscutible de Alicia Sánchez-Camacho. En tiempo y en forma. La prueba del algodón es la reacción urgentísima y peripatética que han tenido los acérrimos paladines del separatismo y los destiladores profesionales de odio colectivo.
Contemplar a los capitostes de la Esquerra Republicana rasgándose las vestiduras y apelando a la lealtad institucional es como escuchar a Farruquito dando lecciones de seguridad vial. Lo del distraído Pere Navarro es ya de nota: la credibilidad que tienen los socialistas acusando a la presidenta del Partido Popular de promover la división, la confrontación y la riña entre ciudadanos es la misma que puede tener Paris Hilton disertando sobre física cuántica o haciendo la exégesis del principio de Arquímedes.
La chusca y antidemocrática trama de los espías orquestada durante años en la Cataluña del tres por ciento tiene poco que ver con las aventuras de Mortadelo y Filemón (¡un respeto para Ibáñez!). Aquí no estamos ante ninguna historieta humorística sino ante hechos de una gravedad formidable que estamos conociendo, frenéticamente día a día, y ante los que procede responder con absoluta contundencia. Porque un cuerpo de seguridad, en un Estado de derecho y en pleno siglo XXI, no puede erigirse en una policía política al servicio del régimen de turno: los Mossos d´ Esquadra no pueden convertirse en una Stasi con barretina. ¡Es así!
Una cosa es que Sánchez-Camacho se haya despedido de forma educada, cautelosa y diplomática de quienes hasta ahora la han protegido. Pero el fondo de la cuestión es que les ha hecho una butifarra en toda regla y con todo merecimiento. Y no a los agentes que desempeñan su dificilísima misión como buenamente pueden, sino a quienes, vilmente y so capa de custodiar las esencias del nacionalismo más xenófobo, están dispuestos a perpetrar los más horribles y facinerosos atropellos.
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