«La cina e vicina»

Este título de la película dirigida por Marco Bellocchio en 1967 (la China está cerca) puede describir lo que está sucediendo en las tensas negociaciones entre la Santa Sede y la República Popular de China. Pekín rompió sus relaciones diplomáticas con el Vaticano en 1951 y los últimos Papas están haciendo todo lo posible para restablecerlas. El obstáculo principal es la existencia de una estructura eclesiástica patrocinada por el poder comunista (Asociación patriótica católica china) que se atribuye el derecho de nombrar obispos considerando una injerencia en los asuntos internos de China que el Papa pretenda reservarse ese poder. Roma reivindica que «el Sumo Pontífice nombra libremente a los obispos» y considera excomulgados a quienes no respetan esa norma. La Santa Sede y las autoridades chinas llevan años negociando un posible acuerdo y últimamente el «Wall Street Journal» ha informado de que Roma habría reconocido a siete obispos «patrióticos», noticia no desmentida ni confirmada por el Vaticano. Todo hace suponer un acercamiento de posiciones. El obispo emérito de Hong Kong Cardenal Zen ha acusado al Papa de estar vendiendo la Iglesia católica al poder comunista. El secretario de Estado Cardenal Parolin habla sólo de «apertura constructiva al diálogo y fidelidad a la genuina tradición de la Iglesia».