César Lumbreras
La coalición ambición
Con ese pomposo nombre se autodenomina un numeroso grupo de países partidarios de alcanzar un acuerdo en la Cumbre del Clima, que se está celebrando en París desde el pasado día 30 de noviembre. En este bloque están desde Estados Unidos hasta muchas naciones subdesarrolladas y la Unión Europea (UE). La citada Cumbre debería haber acabado ayer por la tarde. Pero, como era previsible, se alargará durante toda la jornada del sábado y puede que mañana domingo. Todo apunta a que se alcanzará un acuerdo, que se asemejará a la imagen de una botella por la mitad: unos la verán medio llena y otros, por ejemplo, los ecologistas, medio vacía. Y es que, por muy importante, en este caso vital, que sea el asunto, poner de acuerdo a 195 países para lograr un mínimo denominador común es una auténtica hazaña. Está en juego la supervivencia del planeta por efecto del cambio climático, pero también está en juego un nuevo modelo energético mundial con todo lo que eso supone desde el punto de vista político, geoestratégico, económico, social y militar. Se pasaría así de un modelo basado en las energías fósiles derivadas del petróleo y del carbón a otro en el que el papel de estas últimas se reducirá y aumentará el de las energías renovables. Y todo ello sin perder de vista que, en este siglo, la población mundial se va a disparar y es necesario alimentarla, con el riesgo de que haya más emisiones de gases de efecto invernadero. Los participantes en la Cumbre de París deben lograr la cuadratura del círculo: reducir las emisiones de estos gases, limitar a dos grados el incremento de las temperaturas y hacerlo garantizando la seguridad alimentaria de los habitantes actuales y de los que vengan en el futuro. Ahí es nada. Es difícil, pero no imposible. Tal y como se han puesto las cosas no creo que haya un país que quiera asumir el coste de un fracaso en París.
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