Enrique López
La democracia en Venezuela
Los valores de libertad y respeto por los derechos humanos y el principio de celebrar elecciones son elementos esenciales de la democracia. Sin respeto a las leyes y a la garantía de los derechos fundamentales no hay democracia por más que un sistema político se autocalifique de demócrata. Existe un debate mundial sobre la situación de Venezuela, en el cual se pone en cuestión si existe un sistema de libertades real en ese país. Sobre que Leopoldo López es un preso político casi nadie alberga dudas, la forma en que fue detenido, los cargos por los que fue acusado, el simulacro de juicio que padeció y la injusta condena son determinantes de una situación insostenible que debiera cesar cuanto antes. No hay nada más perverso que los sistemas democráticos que, manteniendo la formalidad de sus reglas y sistemas, se trasmutan en una dictadura. El vicepresidente de Venezuela, Aristóbulo Istúriz, ha dicho: «Nosotros decimos como Allende; vamos a gobernar sin Parlamento», ratificando la postura de Maduro para el cual la Asamblea Nacional no existe. Del mismo modo, el presidente Maduro expresó con tono amenazante: «Asamblea Nacional, prepárate para despedirte de la historia, que tu hora va a llegar». La cuestión es si un estudio serio de la situación política en Venezuela permitiría que su sistema pase un mínimo test democrático, esto es, si hay independencia de las instituciones, si hay respeto a los derechos humanos y a los principios democráticos. La mera lectura de las anteriores frases hace difícil sostener la pervivencia de una democracia en Venezuela. La ratificación de la condena de Leopoldo López pone de manifiesto la ínfima calidad democrática del país, donde el sometimiento del Poder Judicial al Ejecutivo es patente, donde además el Poder Judicial es utilizado para neutralizar a los adversarios políticos, lo que es una negación elemental de la democracia. Podemos estar no ya ante una democracia jibarizada, sino prácticamente inexistente. Sólo puede volver a legitimarse si se permite al pueblo elegir al presidente de la República de forma libre y sobre todo limpia. Resulta tan contrario a un sistema democrático un sistema totalitario, como el que surge tras la degeneración y envilecimiento de la democracia. En un sistema totalitario se niega el desarrollo de la libertad y se asume el reproche internacional. En una democracia envilecida se practica un sistema totalitario que se pretende justificar bajo el ropaje formal e impostado de la democracia. Yo no me voy a pronunciar al respecto, pero comparto la preocupación mostrada por el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas sobre la garantía de los derechos fundamentales en Venezuela, algo muy asumido en la comunidad internacional. Hace algún tiempo, en algunos países europeos que hoy están padeciendo la lacra del terrorismo yihadista, se creía que muchos presos etarras eran presos políticos, algo que, además de injusto, resultaba aberrante y sobre todo indignante, pero nuestro sistema democrático pudo desmantelar la gran mentira, Venezuela lo tiene difícil, pero debería intentarlo si puede.
✕
Accede a tu cuenta para comentar