Elecciones Generales 2016
La España razonable
Se celebraron las nuevas elecciones generales del 26 de junio y el resultado ha dejado en evidencia la poca credibilidad y acierto de las encuestas, así como el batacazo de aquellos que desde los medios de comunicación, especialmente televisivos, vendieron más sus deseos acerca de lo que querían que ocurriera que la realidad, tratando de influir en el ánimo y la decisión de los votantes, y vendiendo la piel del oso antes de cazarlo. Afortunadamente, la sensatez de los ciudadanos impidió que se salieran con la suya, y se apostara por una solución más razonable para los intereses personales y nacionales de los españoles.
El resultado es claro. El PP ha ganado las elecciones con más votos y más escaños que hace unos meses y es el único partido que ha aumentado el respaldo de los ciudadanos. El PSOE ha seguido bajando, pero ha salvado la amenaza que se cernía sobre él y sobre España de ser rebasado por la izquierda radical, unida bajo las siglas de Unidos Podemos, que no ha aumentado ni uno solo de los escaños que le auguraban las encuestas por su alianza estratégica con IU, con quien ha acabado sin obtener nada a cambio. C’s ha perdido ocho escaños, confirmando que ese pretendido papel centrista alejado de todo no ha respondido a las expectativas que tenían los ciudadanos que les apoyaron en diciembre.
Salvo Podemos, que declaró su disgusto por el resultado obtenido, que le aleja mucho de sus pretensiones de disputar la presidencia del Gobierno al PP y relegar al PSOE a partido comparsa en la izquierda, al que quiere engullir con su nuevo fervor socialdemócrata –impostado como casi todo en él–, desenganchándose así de las incómodas e indomables mareas y demás coaligados, los otros tres partidos consideran que han ganado de una u otra manera, y les convendría reflexionar seriamente sobre el resultado obtenido para no equivocarse con el mensaje de los ciudadanos, y afrontar adecuadamente la negociación que permita, esta vez sí, formar gobierno.
La primera y más importante conclusión que debe extraerse de estas elecciones es que, al margen del ruido mediático en contra del bipartidismo, los ciudadanos siguen apostando por los dos grandes partidos que han gobernado España en estos años cuando se trata de abordar situaciones difíciles, como las que estamos atravesando a nivel nacional e internacional, y se alejan de los cantos de sirena de unos recién llegados que han ido variando su discurso en razón de lo que tácticamente conviniera con el único objetivo de lograr el poder, para después hacer todas aquellas políticas que han acabado con los derechos y libertades en donde se han aplicado, y con el progreso y la autonomía económica, como ocurre en Grecia.
Los dos grandes partidos deben entender que los ciudadanos siguen dispuestos a apostar por ellos y les han dado una oportunidad, pero que deben impulsar procesos de renovación ideológica, política y de personas para consolidar este apoyo en los próximos meses. De ahí lo oportuno de la oferta del presidente del Gobierno de ofrecer al PSOE un pacto para afrontar esta legislatura y el error de nuevo de Sánchez de reiterar que impedirá su investidura con su voto en contra, lo que podría llevar a unas terceras elecciones que dañarían aún más a su partido en beneficio de sus adversarios de la izquierda.
C’s también debe reflexionar sobre su resultado. La valoración hecha por Rivera de que su peor resultado se ha debido al miedo a los populistas, al Brexit, o a la ley electoral (con la misma que hace seis meses obtuvo ocho escaños más), y nada a su responsabilidad por lo hecho en estos meses (el pacto de investidura con el PSOE y su cerrazón a permitir un gobierno del PP), no augura nada bueno para él y su partido, que corre el riesgo de tener un recorrido político semejante al que tuvo UPyD. Por eso debe facilitar el gobierno del PP, que es lo que han querido los ciudadanos en mayor medida que hace seis meses, con mucha distancia sobre los siguientes, e incluso formar parte de una coalición de gobierno que dé estabilidad al mismo, si ello fuera necesario.
El PP también debe ser consciente de que este respaldo, después del castigo electoral del año pasado, es más por resignación y por miedo a que llegase Podemos que el perdón o la reconciliación con lo hecho en estos últimos años. Por eso debe impulsar los cambios internos y las políticas que esos votantes le están reclamando. Los españoles, con sus votos, se han salvado a sí mismos, pero ahora van a exigir a sus representantes que estén a la altura. La articulación del Gobierno no es fácil, pero las circunstancias han cambiado mucho para todos con respecto a diciembre pasado, y los mensajes a cada uno de ellos son muy claros. De la inteligencia con la que lo hagan dependerá el futuro de España y el de ellos mismos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar