Elecciones en Estados Unidos

La gran bofetada

La Razón
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Malos hados para las mujeres que en tres jornadas han visto consumarse la campaña de Donald Trump en el país más influyente y recibido la muerte de Leonard Cohen que con los versos y acordes de «Susanne» enseñó a tantos hombres a hacerlas el amor demoradamente. Los expertos auguran que Trump moderará los hervores de su cerebro aunque se muestra insensible a un fenómeno inédito desde la elección de Abraham Lincoln: que pocos o muchos ciudadanos nieguen su representatividad. Se inicia la campaña de lucir en el vestido o la solapa un imperdible para no olvidar a los que se van a perder bajo la administración del showman coleccionista de tabúes: racista, xenófobo, ególatra y falócrata. Las mujeres han reaccionado tarde y proyectan en un exceso de optimismo congregar en Washington a un millón de ellas al día siguiente del relevo presidencial. Y es que en el país del que proceden lo políticamente correcto y la ideología de género, Trump le ha propinado una bofetada histórica a la condición femenina, a su vez humillada por el 53% de blancas y el 32% de hispanas que le han votado. Por primera vez hemos escuchado a un misógino expresarse a escala mundial, hasta el último aduar con antena parabólica. No contestó la pregunta incómoda, pero correcta, de una periodista, y dirigiéndose al público espetó: «Tendrá que ir al baño; ya saben, estará sangrando, por ahí, por donde suponen», con una despectiva oralidad fisiológica que hace elegante la definición de «animal herido». Dedicó lindezas a las cerdas gordas (él varea otro ganado) y en una cena de gala gritó «¡asquerosa!» a Hillary que no será un dechado de virtudes pero no merece trato de taberna. Supuso en su contrincante un «complejo de no-pene», cita paleta del discutido «complejo de castración» freudiano. No es muy científico eso de que si eres famoso puedes coger del coño a una mujer y hacer de ella lo que quieras, pero sí es un hecho que sodomizó forzadamente a una de sus dos primeras esposas preguntándola cariñosamente: «¿Te ha dolido?». Su vicepresidente, Mike Pence, no le va a la zaga, entendiendo que las mujeres están hechas para esperar con la cena caliente. Ni Judith Butler, madre de la astrosa ideología de género, ha piado ante la exhibición de gónadas de Trump y su patriarcado. La bofetada de Gleen Ford a Rita Hayworth en «Gilda» dio la vuelta al mundo. La del presidente electo está por valorar.