Barcelona

La hora de la verdad para Podemos

La Razón
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Hasta ahora todo ha resultado muy fácil para Podemos y sus satélites, porque oponerse a todo es muy cómodo. La estrategia les ha salido bien y controlan las principales ciudades con unos porcentajes de votos muy bajos, a diferencia de lo que era habitual desde la Transición. Con alguna excepción, el primer o segundo partido asumía la alcaldía pero tenía un voto importante que le acompañaba y al que se unía, cuando no tenía la mayoría absoluta, el concurso de otra formación. En cambio, ahora se puede alcanzar la alcaldía de Barcelona con sólo 11 concejales o Madrid con 21, pero la izquierda política y mediática aplaude ante lo que denominan un cambio histórico. Han conseguido el poder con unas plataformas tan confusas como dispersas. He vivido muchos cambios históricos y desde luego mucho más importantes que tener a Ribó, Carmena o Colau al frente de una alcaldía. No sé si la memoria es frágil o es simplemente ignorancia, pero las primeras elecciones generales fueron históricas, así como luego las municipales y las autonómicas. Lo fue la reacción frente al 23 de febrero de 1981 o la incorporación a la OTAN y la CEE, además de la entrada al euro. El triunfo de Felipe González, que ha sufrido los insultos de los dirigentes de Podemos, también fue un acontecimiento histórico. Lo fue la Transición en su conjunto y por supuesto la extraordinaria labor de Don Juan Carlos. Todos ellos fueron acontecimientos tan históricos como positivos. No me atrevería a considerar histórico que la izquierda antisistema y neocomunista se haga con el control de ciudades tan importantes como Madrid, Barcelona, Valencia o Zaragoza. Me temo que tendrá unas consecuencias muy negativas.

Los primeros pasos son característicos del populismo, pero también de un desprecio a la ética y la honradez al mantener a Zapata como concejal. Esta doble vara de medir es muy usual en una izquierda que se ha acostumbrado a insultar y amedrentar a los que discrepan de su dogmatismo. Han llegado prometiendo la utopía y convirtiendo a Carmena en un icono pop, como si fuera la excelsa expresión de una ética digna de eclipsar a cualquier moralista. Es «Súper-Carmena», como si fuera un personaje de Marvel digno de protagonizar una nueva saga de los X-Men. Es esa cansina, insufrible e inexistente superioridad moral de la izquierda.

Los comunistas dogmáticos siempre me han resultado muy pesados. Es cierto que se van reciclando y cambian de nombres, pero siempre son más de lo mismo. Ahora controlan grandes ayuntamientos y todos esperamos ver qué hacen.

El PSOE y los votantes, por supuesto, han decidido que esas ciudades estén en manos de personas sin experiencia. Han apoyado que la inconsistencia y la dispersión ideológica, con un programa lleno de tópicos propios de un concurso de mises, sean los gobiernos municipales. Me gustaría equivocarme por el bien de todos.

La decisión del PSOE es muy grave, porque Pedro Sánchez ha optado por ceder el paso a Podemos, aunque lo quiera enmascarar en un frente de izquierdas contra el PP. La realidad es que en esas ciudades no hay un alcalde socialista, sino antisistema. ¿Cuál es el mensaje que lanza al votante de izquierdas? Es evidente que abandona el centro político y juega a un peligroso tactismo electoral.