Rosetta Forner
La maldición de Eva
Soy una firme defensora de la mujer, por eso escribo libros tratando de ayudarla a que asuma las riendas de su vida y se ponga la corona. Una mujer que se considera inferior a un hombre será propensa a relacionarse con hombres de desestructurada y maltrecha psique y envenenado corazón que, en vez de amarla, tratarán de destruirla para poseerla a trozos, ya que libre y dueña de su destino no pueden. Una mujer con nula autoconfianza y denigrada por la culpabilidad que lleva implícita el ser inferior por haber nacido de una costilla de Adán, no regenerará su alma hasta que aprenda a dignificarse y crea en ella misma. Además de protegerla del maltratador, hay que enseñarle a no relacionarse con éste, a detectarlo y a dejarlo en cuanto muestre los primeros síntomas de alarma. El inefable «sanZPdelasruinas» quería acabar con el hambre en el mundo y con la violencia machista, y ya sabemos los resultados. Está claro que algo falla. Somos una sociedad frustrada, sumida en el desamor y la pérdida de valores humanos, pues no sólo hay violencia de género, también hay mujeres que agreden a hombres (de esto no suele hablarse), y padres que agreden a sus hijos. Por no hablar del maltrato a personas mayores: Caín contra Abel en versión moderna. Independientemente de que se invierta más o menos dinero en proteger a la mujer, soy partidaria de enseñarle a cuidar de sí misma y a construir una sana autoestima. Sólo así se liberará y emancipará, de una vez por todas, de su complejo de inferioridad y contribuirá a la erradicación de la superioridad machista. Siendo primordial inculcar que la verdadera igualdad es que todos somos seres humanos, independientemente del género, edad, clase social y nacionalidad. Cuando interioricemos que somos personas, y cejemos en perpetuar la eterna confrontación entre hombres y mujeres. Cuando aceptemos, que todos somos dignos de respeto y todos necesitamos amor y compasión, se acabará la violencia.
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