Enrique López

La política de caverna

La Razón
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Ya tenemos Gobierno, pero decir a estas alturas que esta legislatura va a resultar compleja es tan verdad como una «boutade». El mito de la Caverna de Platón, basado en la visión deformada de simples sombras sin poder acceder al conocimiento real, también lo aplicaba a los hombres de Estado. Decía que la educación es de primordial importancia para los hombres de Estado y sentenciaba que los políticos y los gobernantes serán ciegos guiando a otros ciegos si se quedan en el plano de la «representación», siendo el naufragio de la nave estatal mucho más terrible que el de una nave cualquiera. Razón no le faltaba, pero si seguimos al pie de la letra este pasaje de la «República», se observa cómo menciona tanto a políticos como a gobernantes, de tal suerte que se genera una obligación general, que en nuestro tiempo se extiende a todos los políticos y no solo a los que gobiernan, si bien es cierto que en estos últimos la responsabilidad es máxima. La matemática parlamentaria actual obliga a gobernar con amplios consensos y en la búsqueda del acuerdo tan responsable o irresponsable se puede ser tanto gobernando como en la oposición. Por eso hoy necesitamos hombre y mujeres de Estado, y no niños jugando a la pelota en nuestras instituciones; hace falta gente con altura de miras, esfuerzo, entrega y tenacidad en todos los ámbitos de decisión. La nave de nuestro Estado no está para alocadas singladuras que nos lleven por procelosos mares en búsqueda de pueriles aventuras. Aunque resulte menor y paradójico, la grotesca petición de diferentes husos horarios en la Península resultaría más lógico de una película de humor que de un serio ejercicio democrático. En los Estados Unidos tienen cuatro husos horarios a excepción de Alaska y Hawái. España tiene una extensión inferior que muchos grandes estados de la unión y se pretenden tres husos horarios, tal cual fuéramos toda Europa. Recordemos que el mundo se divide en 24 husos. Esto no es más que un ejemplo de lo que es el empecinamiento de algunos por vivir en la caverna de Platón, y seguir tomando decisiones en virtud de las imágenes deformadas que forman las sombras. Pero es más, aquí parece que cada uno puede imaginarse sus propias sombras. La seriedad y el rigor deben exigirse tanto a un Gobierno como a la oposición. Algunos creen que la oposición es esperar en la puerta de tu casa a que pase el cadáver de tu adversario político, pero no se dan cuenta de que en la oposición también se puede perder apoyo popular. El pueblo español en su conjunto ha dado a lo largo de nuestra democracia muestras de tener un gran sentido común y una visión no tan deformada como la de algunos de sus representantes, y al final esto se expresa en las urnas. La gente normal, que es la inmensa mayoría, quiere soluciones a sus problemas y, sobre todo, que no le generen más problemas y necesidades. Como decía Lincoln: «se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo».