Francisco Marhuenda
La renovación del socialismo
El resultado de las elecciones de 2011 tuvo un efecto positivo, la mayoría absoluta del PP, porque permitió que pudiera afrontar la crisis sin sufrir la inestabilidad parlamentaria, y uno muy negativo que fue el desastre electoral del PSOE. Rubalcaba cosechó la mayor derrota de la historia reciente del socialismo, aunque prefirió no dimitir. No era sólo culpa suya, pero le faltó la generosidad de impulsar el relevo y finalmente se lo tuvo que imponer la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. No quiso darse cuenta de que su tiempo había acabado, pero no sólo el suyo, sino el de una generación del PSOE que era omnipresente desde la Transición. A Rajoy le fue muy útil el empecinamiento del líder de la oposición a la hora de aferrarse al cargo, porque no había una alternativa creíble. Es evidente que el PP ha sufrido un gran desgaste, pero siempre ha ido por delante en las encuestas y en las europeas tuvo un mal resultado, pero consiguió superar al PSOE. Es el legado que deja Rubalcaba a su sucesor y que hará que le cueste más remontar en el año y pocos meses que restan hasta el final de la legislatura. La izquierda se ha fraccionado y el PSOE tiene el riesgo evidente del crecimiento de IU y UPyD, aunque esta formación también afecta al PP, así como la irrupción de Podemos con el hiperliderazgo caudillista de Pablo Iglesias. Los socialistas tendrán que elegir ahora un sucesor entre Pedro Sánchez, que ha logrado su primer éxito con el número de avales, y Eduardo Madina, apoyado firmemente por Rubalcaba y el aparato de Ferraz. Los apoyos a Sánchez reflejan el deseo de cambio que se ha instalado en el socialismo español y es un candidato peligroso para Rajoy, aunque me temo que algún listo afirme que no hay que preocuparse porque es joven e inexperto. Es lo mismo que sucedió en el PP cuando José Luis Rodríguez Zapatero derrotó a Pepe Bono. Los listos oficiales y sus adláteres se mostraban alborozados por la trayectoria de Zapatero, pero en 2004 ganó las elecciones. El Gobierno ha tomado decisiones muy impopulares, imprescindibles para salir de la crisis y lograr una auténtica recuperación económica, pero que tuvieron un primer impacto en las europeas y es previsible que lo tengan en las autonómicas y municipales. El riesgo es que el nuevo secretario general del PSOE sea capaz de transmitir un mensaje de ilusión y «buen rollo» que le reconcilie con su electorado. A Pedro Sánchez no podrán adjudicarle los errores del pasado y tiene un mensaje directo, sólido e ilusionante, que no comparto, pero que puede ser muy efectivo en la izquierda. No parece que se decante por la radicalización acomplejada ante el fenómeno de Podemos e IU y cuenta, además, con el apoyo de Susana Díaz y la mayor parte de líderes autonómicos.
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