Presidencia del Gobierno
La responsabilidad
No hay muchas alternativas. Los escaños de Ciudadanos son incompatibles con los del PNV. Y Mariano Rajoy lo sabe. Pero también sabe que a lo largo de la legislatura puede necesitar los votos de los nacionalistas vascos, y por eso los corteja antes de las elecciones autonómicas en el País Vasco. Allí quizá los nacionalistas necesiten al PP y al PSOE. Veremos. Y entonces si con los nacionalistas no cuenta para la investidura y el diputado de Nueva Canarias –que no el Coalición Canaria– se pone tonto ¿qué alternativas le quedan a Rajoy? Pues la misma que en las anteriores elecciones: el PSOE.
El silencio de Pedro Sánchez es toda una declaración de intenciones. Calla porque no puede hablar. Y no puede hablar para no ser víctima de sus palabras en el próximo Comité Federal. Allí las cosas se van a poner mal. Mal porque los barones y dirigentes socialistas no han visto con buenos ojos los intentos de su secretario general de consultar a las bases para el pacto con el PP. Hay cosas –que diría un Cameron escarmentado– que no se pueden preguntar. Sobre todo porque son responsabilidad única del que pregunta.
Lo que quieren los miembros del Comité Federal es decidir. Y en su cabeza –y en la lógica numérica– sólo está pasar a la oposición. Se lo dicen los resultados electorales; se lo han dicho los españoles y, sobre todo, se lo dice el sentido común: hay que rehacer el partido para tener una opción de futuro y no tanto de gobierno –al menos no inminente– como de seguir liderando la oposición.
Ese sentido común lo han puesto negro sobre blanco ya el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, o Emiliano García-Page, entre otros, pero todos están seguros de que su decisión de cara a la investidura la deciden ellos, no el secretario general y menos unos militantes bastante decepcionados con su partido.
El futuro pasa por hacer cambios en el organigrama de los partidos tradicionales. También en los emergentes Podemos y Ciudadanos, que han visto que a las primeras de cambio –llámese revés electoral– padecen un lío que aun no han conseguido reconducir. El PSOE también necesita ese tiempo para reorganizarse. Pero ese tiempo no es necesariamente estéril. Además de tener un congreso –como el PP– podrían pactar cuestiones que nunca soñaron con negociar. Rajoy necesita a Ciudadanos pero también al PSOE. Y los necesita como los necesitó en el pasado la derecha, llamase UCD, Alianza Popular o PP: para llevar a cabo una reforma constitucional de consenso y sacar adelante otras leyes que Europa nos reclama. Ésa es la oferta de Rajoy. Y algo más.
Ningún dirigente del PSOE ignora que no puede haber nuevas elecciones. Y no por el hartazgo de los españoles, que ya es mucho, sino porque la nueva convocatoria reduciría aun más sus resultados y quizá el adelanto de Podemos sería ya irreversible. El PSOE ha aguantado, pero por la mínima y ¿qué podría ocurrir si los españoles volvieran a tropezar con el infantilismo de Pedro Sánchez sobre el no, no y mil veces no? La respuesta es evidente. Pero lo que también es claro, es que el PSOE tiene una responsabilidad en la democracia española: ha gobernado, ha hecho oposición... y ahora podría hacer el ridículo. A un partido de gobierno nunca se le perdonaría el espectáculo y la irresponsabilidad de una nueva convocatoria electoral. Todo empezó con Zapatero y sus desastrosos apoyos al independentismo disfrazado. Ahora costará, pero hay que rehacer el partido y eso, afortunadamente, no le toca hacerlo al ex presidente, sino a sus actuales dirigentes.
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