César Lumbreras
La tercera conexión
Voy a hacer política ficción. Supongamos que tanto Cataluña como el País Vasco se convirtiesen un día en Estados independientes. ¿Qué pasaría entonces con nuestras conexiones terrestres, tanto por carretera como por ferrocarril, con Francia y el resto de Europa? Sin ir tan lejos, ¿por qué no se pone en marcha una tercera interconexión de gran capacidad por el Pirineo central a través de Aragón? Es un asunto recurrente que se ha abordado en muchas de las cumbres hispano-francesas celebradas a lo largo de los últimos años (ayer tuvo lugar la última en Madrid). Sin embargo, al final, todas las declaraciones se han quedado en papel mojado. La verdad es que los de París no tienen interés en que haya una tercera interconexión doble (tren y carretera) a través del Pirineo de Huesca. Si uno viaja desde Jaca en dirección a Francia por Somport, recorrerá, primero, una buena ruta; después, descubrirá un túnel de reciente construcción, de más de 8 kilómetros de longitud y, al salir por el lado galo, se quedará de piedra, porque creerá haber entrado en un país del tercer mundo, con una carretera de montaña muy estrecha y «dejada» hasta llegar a Oloron; contrariamente a lo que sucede en la vertiente española, por ella no pueden circular camiones de gran tonelaje. En el caso del tren, desde que a principios de los setenta se hundió un puente en Francia, la comunicación quedó interrumpida por la estación de Canfranc. Hace falta replantearse esta tercera interconexión, bien utilizando algunas de las infraestructuras existentes o construyendo otras nuevas. Es el camino más recto para que las mercancías procedentes del Mediterráneo español, desde Málaga hasta Castellón, lleguen a los mercados europeos. Pero hace falta que Francia quiera y poner el dinero.
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