César Lumbreras
La torrija de Iglesias
Entre los gustos del líder de Podemos no figuran las torrijas, ese postre tan español, tan de Cuaresma y de Semana Santa. Se lo confesaba a su compañera Irene Montero días atrás, en la cola de uno de los restaurantes del Congreso. Cuando esta última vio que en la bandeja de los postres ofrecían este dulce, se dirigió a Iglesias diciéndole que tenían que hacer torrijas, a lo que este último contestó, de forma un tanto desganada y lánguida, «es que a mí no me van mucho las torrijas». Por lo visto esta semana, él es más de besos, y por lo que ha dejado que trascienda es un apasionado de Juego de Tronos, serie de la que quizás saca inspiración para algunos de sus gestos y estrategias. Supongo que a estas alturas de la jugada, para casi nadie será un secreto que el gran objetivo del líder de Podemos es convertirse en el único referente de la izquierda en España, dejando al PSOE como un partido prácticamente residual, como paso previo para llegar a La Moncloa, que es su fin último.
Por este motivo no tiene interés en llegar a acuerdos con Pedro Sánchez. Evidentemente, no lo va a decir en público, pero sí a través de sus acciones o propuestas. El último ejemplo de ello fue el ataque despiadado a Felipe González, gran pope del PSOE, el pasado miércoles, que hizo revolverse a los socialistas en sus escaños. Antes fue el anuncio de pacto, con humillación incluida, a Sánchez y sus muchachos, cuando pidió la vicepresidencia del Gobierno y una serie de carteras de primer nivel, que le garantizasen el control de los principales resortes del poder. Supongo que estará midiendo bien sus fuerzas. Es evidente que, de las cuatro grandes formaciones que acudieron a los últimos comicios, la única que concurrió formando parte de una coalición fue Podemos, que lo hizo con las llamadas «confluencias». Si hay nuevas elecciones, la gran duda es saber si ese pacto se volverá a reeditar.
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