Alfonso Ussía
La UEFA no es «Madrit»
Cuando surge en cualquier conversación la implicación en el separatismo catalán del Fútbol Club Barcelona, aparece campanudo el soberanista camuflado que suelta el tópico, el lugar común de siempre. «No se debe mezclar el deporte con la política». En efecto, pero el club, los socios y la afición del «Barça» son los que han mezclado, y de qué manera, el deporte con la política. De ahí mi estupor cuando advierto que muchos españoles que no tienen raíz alguna en Cataluña mantengan su fervor por esa importante entidad deportiva plenamente identificada con el independentismo catalán.
Compartir, siendo madrileño, castellano, andaluz, montañés o extremeño, gozos y vítores con Mas, los Pujol, la monja Forcades, la monja coñazo argentina, Pilar Rahola, Oriol Junqueras y la que hace pis en la calle, tiene que ser duro. Otro tópico. «Voy con el ‘‘Barça’’ porque es un club español». Efectivamente. Lo es cuando le interesa competir, y no lo es en ninguna de sus diferentes estéticas y prácticas. Si Cataluña pretende contar con una Selección Nacional como Escocia, tendría que establecer su propio Campeonato de Liga, y el «Barça» al cabo de los años se convertiría en una ruina. Por otra parte, no puede hacerlo porque la UEFA, que no es «Madrit», no lo admitiría jamás, como tampoco aprobaría que el club independentista e involucrado en el escisionismo catalán disputara la Liga francesa o italiana.
En la final de la Liga de Campeones disputada –y brillantemente ganada– por el F.C. Barcelona contra la Juventus de Turín, la masa barcelonista mostró toda suerte de símbolos independentistas. Jugaba esa final representando como equipo clasificado a la Liga Nacional de España. Pero todas las banderas fueron, en su mayoría, las «esteladas», las Señeras con la estrella de cinco puntas en el centro del inventado triángulo invasor. En el minuto 17:40 se coreó el grito de «¡Independencia!», porque en Cataluña tienen por costumbre celebrar sus batacazos. Y la UEFA, que no es «Madrit», ya avisada por el lamentable comportamiento de la masa barcelonista –y la del Athelic de Bilbao–, en la final del Campeonato de España, Copa de Su Majestad El Rey, ha expedientado al Fútbol Club Barcelona por las proclamas indepententistas de su público. La UEFA no es «Madrit», porque en Madrid se reunieron para analizar en el Consejo Superior de Deportes los «hechos extremadamente graves» que se produjeron en la final de la Copa del Rey, y todavía no han adoptado sanción o medida alguna, ni la adoptarán, siguiendo la costumbre de los políticos «acojonaítos». La UEFA ha estudiado el informe de la inspectora ucraniana Anna Bordiugova, y considerando la reincidencia en la grosería de la masa culé, amparada e incitada desde su club, es muy posible que sancione al «Barça» con una multa ejemplar. Lo siguiente sería expulsarlo durante un tiempo de las competiciones europeas. En «Madrit» se reúnen para reunirse, como el farero con su soledad, pero no hay dídimos para aplicar las normas. La UEFA no tiene esos complejos mayúsculos, y al que se salta la normativa, sanción al canto. «Es que la UEFA mezcla el fútbol con la política», dirán los de siempre. Bueno, que lo digan.
Las intenciones electorales son claras. Laporta, que se la pegó en su paso por la política –precisamente–, y que fue un buen Presidente del «Barça», ya ha anunciado que la entidad catalana, si su candidatura fuera la vencedora, se volcaría a favor del independentismo. ¿Quién mezcla el deporte con la política? ¿«Madrit», la UEFA?
Entiendo que un qatarí sea del «Barça». Pero no comprendo al madrileño, o castellano, o montañés o andaluz o extremeño que se mantenga en la fidelidad culé. Se están riendo de ellos. Y despreciándolos.
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