Alfonso Merlos

Lagartos socialistas

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Es el principio del fin del fondo de reptiles. De la aclaración de quién robó y por qué lo hizo. De a quién fue a parar el dinero. Socialistas, sindicalistas, comisionistas, amiguetes, arrimados y la familia, ¡siempre la familia! ¡Qué vileza y qué atraco! Prevaricación, malversación de caudales públicos, cohecho, falsedad en documento oficial y mercantil... ¡Cuánto golfo en un mismo sitio y al mismo tiempo!

No es una cuestión de mera gestión la que se dilucida. Ni siquiera de simple delincuencia. Aquí estamos ante quienes, presuntamente, se gastaban el dinero de las familias más débiles y desfavorecidas y sometidas por la crisis en droga y en gin tonics. Es el mangoneo, el latrocinio, el expolio sin tapujos, sin rodeos, sin miedo al castigo.

Hay una mujer inteligente y valiente obstinada y concentrada con extraordinario tesón en la limpieza de la telaraña socialista de la corrupción. Va por buen camino. Avanza a buen ritmo. Y después de meses de obstrucción, de operaciones de acoso y derribo, de ataques machistas, Mercedes Alaya ha puesto en la diana del Estado de Derecho a los vividores que han trabajado para vaciarlo.

Estamos en un momento de esperanza. No es tolerable en ninguna circunstancia, pero menos en un tiempo y una región sacudida por la pobreza y la precariedad, que tengamos a una banda de Alí Babás campando por sus respetos, sin rendir cuentas ante los tribunales. Llega la hora de la verdad. Y el punto en el que los españoles hemos de ver cómo las canalladas son pagadas con la prisión. Es una cuestión decisiva, redentora. Queremos seguir creyendo en la Justicia. Y estamos en el camino adecuado para sacar de la política a los ladrones. ¡Así se hace, señora jueza!