Jubilación
Larga vida a los españoles
Dicen los estudios más recientes que los españoles somos los más longevos del mundo después de Japón, que no nos adelanta ni por un año. Y eso que entre nosotros, pese a la Ley Antitabaco de 2006, aún se cuentan muchos fumadores –más de un 20 por ciento de la población– y que apenas el 47 por ciento de los mayores de 15 años realizan una actividad física moderada a diario. Está claro que estos datos que nos separan hasta quince de años en la esperanza de vida de otros países menos privilegiados, por ejemplo de África, tienen mucho que ver con la dieta mediterránea, pero casi seguro, aunque nadie lo haya comprobado, también con la luz y el sentido del humor que nos caracteriza. Porque aunque seamos especialistas en echar piedras sobre nuestro tejado y mirar al exterior como si en él se encontrara la panacea, lo cierto es que somos un pueblo alegre pese a las adversidades y que incluso en medio de ellas hacemos un chiste de cualquier sufrimiento, por terrible que este sea.
Se trata de un ingenio luminoso que nos convierte en seres de buena voluntad pese a la hipocresía, esforzados, pese a la inconstancia y nobles pese a la envidia. Tenemos una colección de defectos entre los que se cuenta esa osadía de la ignorancia que, como decía Einstein, carece de límites, pero también cualidades para que la genialidad de nuestro pueblo deje pruebas en todas las disciplinas y a lo largo de toda la historia. Somos un país solidario, receptivo, hospitalario, disfrutón, sensible, sorprendente y con ganas, que se merece ese premio que por una vez refrendan las estadísticas: el de una larga vida.
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