Angel del Río

Las barbaridades de Barbero

La Razón
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Aunque con frecuencia da el cante, no es el barbero de Sevilla, ni el barberillo de Lavapiés. Se trata de Javier Barbero, concejal de Seguridad y, en consecuencia, de la Policía Municipal de Madrid, ese Cuerpo donde hay agentes a los que el nefasto concejal llamó «fascistas» por haberle dado de su propia medicina, un genérico llamado «escrache», que Barbero recetaba cuando era miembro de la pandilla antisistema, y que ahora no tolera, e insulta a quienes se lo aplican. Un juez le ha dado condición de investigado, por lo que puede ser un insulto, una ofensa, a ese grupo de policías municipales que se atrevieron a «escracharle». El edil no considera un insulto llamar «fascistas» a unos trabajadores municipales, y su amiga y portavoz de Gobierno, Rita Maestre, exonera a su compañero de cualquier culpa, incluso se atreve a decir que no tiene que pedir perdón, lo cual es coherente con sus propios hechos, porque ella tampoco lo pidió de forma inequívoca por asaltar una capilla y herir los sentimientos de muchos. Barbero lleva camino de batir un récord de despropósitos, pues nadie como él había conseguido en tan poco tiempo acarrearse las quejas de todos los sindicatos. Pongamos que hablo de la intolerancia a las reivindicaciones, el cese de unidades de la Policía en las actividades que venían realizando, y que tenían que ver con el control de la venta ambulante ilegal o la seguridad ciudadana. Eso sí, ahora se inventa nuevas competencias para el Cuerpo. La última «barberada», casi barbaridad, llega con el «Plan Director de la Policía», donde se establecen cuotas por cuestión de raza y etnias con el ánimo de establecer variedad, diversidad, en el Cuerpo, de tal manera que, por tantos blancos, haya tantos negros, amarillos, y si puede ser, y la cosa cuela, muchos rojos. Todos los colores del Mapamundi, versión Barbero.