Iñaki Zaragüeta
Las excusas simplonas
Cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes, así como la lealtad al Rey, constituye el compromiso inevitable en toda toma de posesión de un cargo institucional como es el de presidente de la Junta de Andalucía. Lo hará mediante la fórmula de juramento o promesa, pero de ningún modo la puede eludir el interesado.
Lo recordaba ayer mi amigo Rogelio al escuchar las declaraciones del ex presidente andaluz Manuel Chaves a la salida del Tribunal Supremo tras su comparecencia por el «caso de los ERE», el mayor y más grave escándalo de corrupción –me queda la duda respecto al de los Pujol, presuntamente- ocurrido en la España democrática–. «En mi etapa como presidente nunca jamás se ha producido una decisión del Consejo de Gobierno que fuera ilegal. Ni se ha mantenido, ni impulsado ninguna ilegalidad», fueron sus palabras. Puede ser cierto, faltaría más. Sin embargo, el hecho de que el Consejo de Gobierno no aprobará ninguna ilegalidad no impide que conociera el entramado para el fraude de miles de millones. Aún más, suponiendo el desconocimiento, quizá no le libraría de la responsabilidad penal y de ningún modo de la política. Como garante de «hacer cumplir las leyes» debería haber dimitido ya de su escaño parlamentario por una dejación de su principal obligación. Nadie nos libramos de una multa de tráfico porque no hemos visto la señal, ni de una multa de Hacienda por olvidarnos de hacer la declaración de la renta.
Soy escéptico sobre el devenir penal de Chaves y Griñán. El PSA y el PSOE podrán hacer con ellos lo que les venga en gana, pero simplemente el decoro y la reclamación social demandan su retirada de la política institucional. Así es la vida.
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