Constitución

Las palabras fuertes de Felipe VI

La Razón
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Ha echado a andar la XII Legislatura. La primera que preside Felipe VI tras casi un año de gobierno en funciones. Quizá por ello, la solemne apertura intentó ser caldeada por los partidos republicanos y antisistema desde días antes. Estaba claro que no iban a desaprovechar la oportunidad de hacerse notar.

Ya el pasado jueves, Carolina Bescansa, diputada de Podemos, publicó un tuit dirigido a la Reina: «Letizia, si vas a llevar a tus hijas al hemiciclo, prepárate para una campaña de insultos y descalificaciones sin límite». Así amenazaba la socióloga a la Reina ante el anuncio de que acudiría al acto acompañada de sus hijas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía. La provocación –de bastante mal gusto tratándose de unas niñas– tendría continuidad entre sus compañeros de partido y de otras formaciones.

Fue un feo que Unidos Podemos, PNV y los antiguos de Convergència no aplaudieran la entrada del Rey. Quieren ser tan provocadores que no se dan cuenta de que hay unas normas de cortesía mínima cuando el Jefe del Estado acude a un acto institucional, pero su gesto se convirtió en burla y ofensa cuando los diputados de IU no se levantaron siquiera cuando sonó el himno nacional. Algunos nos acordamos del gesto de Zapatero ante la bandera estadounidense. ¿Pero ante el himno español? La extinta Izquierda Unida ya no sabe cómo desmarcarse de Podemos. Pero en esta lucha de gestos no ofendieron sólo a Don Felipe sino a todos los españoles.

Quizá podrían haber hecho como sus compañeros de ERC o Bildu, que decidieron no acudir al acto. Y no es que defienda sus pellas, pero al menos se ausentaron. Como también hicieron los diputados de Podemos en la parada militar posterior en la puerta del Congreso, aunque aquí ya no queda claro si lo hicieron porque están a favor de la paz, en contra del Ejército, o porque tenían otras cosas que hacer. La colección de numeritos la completó el senador navarro de IU Iñaki Bernal, que siguió el discurso real con una bandera republicana mientras una parlamentaría, compañera suya de partido, lo hizo de espaldas. Ése era el decorado.

Pero todo este postureo –nunca mejor dicho– fue nada comparado con las palabras del Rey. Fueron lo sustancial de ayer. Don Felipe hizo uno de los mejores discursos desde su proclamación. No eludió ninguno de los problemas que tiene planteados España; pero hubo palabras que sonaron más fuertes que otras: «El respeto y observancia de la ley y de las decisiones de los tribunales constituyen una garantía esencial de la democracia; porque en un Estado de derecho la primacía de la ley elimina la arbitrariedad de los poderes públicos y asegura el ejercicio de los derechos y libertades de los ciudadanos». Era un mensaje claro a las instituciones catalanas que recordaba –por qué no decirlo– al último que pronunció Don Juan Carlos en la apertura de su última legislatura, la décima: «Afecta también a vuestras responsabilidades contribuir a reforzar la confianza en las instituciones. Su prestigio está en su correcto desempeño, pero también en la observancia precisa de las normas y los plazos que regulan su composición y funcionamiento». No está mal que el Rey tenga que recordar a los políticos, y en sede parlamentaria, el imperio de la ley que ellos deben custodiar y defender. Pero si lo dijo –y los numeritos de sus señorías me dan la razón– es sencillamente porque algunos parlamentarios siguen poniendo sus intereses o los de su partido por delante de los de España. Pues que todos ellos tomen nota.