César Vidal
Las reformas económicas que ningún partido griego ha querido hacer
César Vidal
Algunos de los problemas, como el crecimiento disparatado de la deuda nacional, el número elevado de empresas públicas, la fragilidad del sistema crediticio o la cantidad de funcionarios –no menos del diez por ciento de la población– no son, lamentablemente, males exclusivos de Grecia. Sin embargo, a ésos se han ido sumando otros más que específicos. Por ejemplo, Grecia disfruta de un sistema de pensiones sin comparación en el mundo, no sólo por la temprana edad de retiro, sino por la facilidad en el acceso a la pre-jubilación. No sorprende que los jubilados griegos vivan una media de un cuarto de siglo después de dejar su último trabajo. De manera semejante, los denominados gastos sociales en 2012 superaban el 31 por ciento del PIB. Además, el gasto militar de Grecia es considerablemente elevado por razones comprensibles históricamente pero inaceptables desde una perspectiva económica. Ni los aspectos comunes con otras naciones ni los específicamente griegos han sido abordados ni por aproximación por el Gobierno actual que más bien ha decidido aumentar el gasto público en medidas populistas como las subvenciones del más diverso tipo o la convocatoria de más empleo público. Hasta la fecha, Grecia ha ido trampeando esa situación insostenible sobre la base de quitas gigantescas y de nuevas inyecciones de liquidez llevadas a cabo por los socios europeos. Pero ese camino es ahora un callejón sin salida. La Unión Europea es consciente de que Grecia podría pagar sus deudas, ya que posee una cartera de activos públicos de no menos valor que 300.000 millones de euros e incluso, si deseara evitar esa medida, podría realizar reformas como reducir el peso del Estado a la mitad, liberalizar la economía y bajar impuestos. En lugar de tomar por cualquiera de los distintos caminos, Syriza ha decidido gastar más a la espera de que otros sigan pagando las nuevas deudas. Va a ser difícil que se salga con la suya.
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