Política

Alfonso Merlos

Legalidad y gamberrismo

Legalidad y gamberrismo
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Así funcionan las cosas. Es el imperio de la Ley. Sota, caballo, Rey. Salvo para los que no respetan a los demás, tienen injustificadas actitudes sediciosas, y se oponen al orden natural de las cosas lo que señalan las más altas instituciones del Estado es clamoroso.

¡Lógicamente! Las resoluciones que derivan de la actuación del poder judicial están para respetarse y acatarse (¡¿cómo van a estar los políticos por encima de ellas?!). Y más cuando afectan a los más débiles y a los que por consiguiente con mayor fuerza deben ser protegidos: niños, adolescentes, escolares que en definitiva entienden por ellos mismos o por sus padres que más les vale ser educados en español. ¡¿Es que esto es una cosa de locos?! Claro que no. Y tristemente hay que colegir que estamos ante la enésima prueba del algodón para los separatistas catalanes en general y para el gobierno de Artur Mas en particular. O hay voluntad de salvaguardar los derechos más sagrados de los primeros de los ciudadanos o lo que existe es una cabrona vocación prevaricadora para fulminarlos. Y esto último, que es en lo que estamos y a lo que vamos, es de una gravedad límite. No. La morralla que disfrazada de político pretende hacer experimentos sociales con los españoles que deben sacar adelante este país ha de ser frenada en sus dogmas, cortocircuitada en sus experimentos, segada en sus lunáticos proyectos. Porque se está retratando ante todos como morralla. Como una clase dirigente de poco valor, prescindible, como calderilla. ¿Algo más ha de ocurrir después de que la Justicia haya dicho lo que le compete? Esperemos que no. Por el bien de todos.