Carlos Rodríguez Braun

Ley natural

Esta columna se ha hecho eco en el pasado de la labor de Francisco José Contreras, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla, que ha pensado mucho y bien sobre liberalismo y catolicismo, y sobre el papel de la familia. Infatigable, ahora regresa como editor de un interesante volumen que publica en Barcelona la editorial Stella Maris: «El sentido de la libertad. Historia y actualidad de la idea de ley natural».

R. Ramos Barceló se ocupa de esa idea en la Antigüedad y la Edad Media; F. Carpintero hace lo propio con la Edad Moderna; V. Bellver aborda la bioética y la dignidad de la persona; y E.A. Gallego analiza la familia como institución natural.

Tres de los siete capítulos corren a cargo del editor, que revisa los derechos humanos como versión moderna de la ley natural, desde el siglo XVI hasta la actualidad, y pondera sus problema de fundamentación, un asunto relevante cuando hemos vivido en las últimas décadas una explosión de derechos a la vez que el Estado se ha expandido como nunca antes, invadiendo y quebrantando los derechos clásicos.

La claridad en estos asuntos es capital, porque la hipertrofia de los derechos acaba trivializándolos y socavando las bases de la libertad individual. Lo intuyó Jacques Maritain, que participó en la redacción de la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU en 1948, y que apuntó, receloso: «Hemos convenido en la existencia de estos derechos...a condición de que no nos pregunten su por qué».