Fernando Vilches
¿Libertad de expresión?
Estamos asistiendo a un espectáculo cuando menos, curioso. La presencia en los medios de una serie de «progresistas» que se indignan ante ciertas declaraciones de personas que tienen una trayectoria impecable como intelectuales o escritores, pero... no son ni de Podemos ni de IU ni se Marean ni de este PSOE irreconocible, y eso los condena en la opinión publicada en las redes sociales. Me refiero a las últimas manifestaciones de Félix de Azúa y de Antonio Burgos. No sé qué ideología profesan ambos personajes ni me importa, pero me da la impresión de que militantes o simpatizantes de los movimientos antedichos no son. Así, si cualquier persona hoy opina desde posiciones de izquierda, esta penosa izquierda que hoy padecemos (¿dónde están los González, Guerra, Lisavetzski, Anguita...?), se invoca la sagrada libertad de expresión. Aunque sean ordinarieces como la de la individua esta de Barcelona con el pseudopoema de «empoderamiento» de la mujer o la increíble declaración de Maruja Torres: «Con la alergia que tiene Félix de Azúa al pescado, nunca se habrá comido un coño». Si se desnuda la chica esta que parece que no ha roto un plato en una capilla católica, un torso desnudo no ofende, y si el adalid de la libertad, el tal Bódalo de Jaén, entra en una modesta heladería y la emprende a empujones con la mujer embarazada que la atendía, es en aras de la sagrada libertad de expresión y de acción. Si un sujeto de dudosa moralidad y de trayectoria política esquizofrénica llama cobarde a Rajoy y luego sale en los papeles de Venezuela como apesebrado del comandante y del que habla con su pájaro, es en aras de la sagrada libertad de expresión de quien no tiene altura moral ni para reprender a las ratas. Menos mal que nos queda Alfonso Ussía.
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