Ely del Valle

Lo de siempre

Los resultados en Andalucía, esos que se suponía que iban a marcar tendecia y servir de GPS para elaborar la hoja de ruta hacia los comicios de mayo no parecen, a la hora de la verdad, inquietar demasiado a ninguno de los líderes nacionales que ayer hicieron, como es habitual, un análisis de los resultados bastante sui géneris. La excusa es ahora, miren por dónde, que el voto andaluz no es ni representativo ni extrapolable, lo que indica que, lejos de aprender de sus errores y aplicarse la preceptiva dosis de humildad para corregirlos, la mayoría prefiere sacudirse displicentemente la pechera y a otra cosa, mariposa. Sánchez se ha apresurado a recoger las hojas de laurel que se le van desprendiendo a Díaz de la corona para fabricarse la suya propia, obviando que su ausencia ha sido uno de los puntos fuertes de la jequesa; Cayo se ha limitado a calificar los resultados de malos sin reconocer que alguna responsabilidad tendrá en el asunto; Rosa Díez, que sí ha hecho un ejercicio de autocrítica, no se ha resistido sin embargo a darle otra vuelta al tornillo rosca-chapa con el que se sujeta a la silla, y el Rajoy mitinero, ha vuelto a su ser, que es el de mirar al infinito como si el asunto no fuera con él y las elecciones se hubieran celebrado en Cracovia.

Ni siquiera Pablo Iglesias ha tenido a bien solazarnos con uno de sus sermones de la montaña, no sabemos si porque los resultados le han sabido a poco o porque anda el hombre con mal de amores.

Resumiendo, que si hay algo que jamás varía son las vueltas que cada partido, nuevo o viejo, le da a la tortilla de los resultados electorales para quedarse sólo con la parte que se ha salvado de la quema como si los demás fuésemos ciegos, tontos, o las dos cosas a la vez.

¡Criaturitas!