El desafío independentista
Los abrasados fusibles del independentismo
Ayer martes se evidenció de manera especial el «papelón» del presidente del Parlament, Roger Torrent, atrapado entre el riesgo de inhabilitación, la posición de su partido Esquerra Republicana, la contraria del PdCat, el órdago todavía a la grande del prófugo Puigdemont y el parecer de los letrados de la cámara que preside. Los fusibles del bloque independentista amenazan con fundirse en cualquier momento y lo más curioso es que un mismo individuo fugado de la justicia se haya convertido al mismo tiempo en el primer problema del soberanismo excluida la minoría radical de la CUP, como tapón para poner fin al 155, recuperar las instituciones catalanas e iniciar una legislatura mínimamente tranquila, pero también en lo único que une –a la fuerza ahorcan– a ERC y PdCat, ninguno de los cuales está por la labor –que para eso ya está la «parcial» mano justiciera del «Estado opresor» español– de comparecer ante su parroquia soberanista con el estigma de haber asestado el deseado golpe de gracia a quien desde hace semanas se ha convertido en un verdadero y auténtico estorbo. «Es como el conejito de Duracell, que dura y dura y sigue y sigue», me comentaba la pasada semana un diputado nacional de la antigua Convergencia, nostálgico de esos tiempos en los que se exprimía gustosamente al Estado y se marcaba el ritmo de la política española sin necesidad de traspasar los límites de la ley hasta la mismísima rebelión.
Tras lo vivido ayer con ese pleno «no nato» la situación a la que queda abocada la política catalana y por ende la española en esta fase del partido apunta a un cada vez menos sutil intercambio de golpes entre las formaciones ahora eventualmente dirigidas por las lideresas Rovira y Pascal a la hora de dar salida a un nombre que por el momento no vea pegas de la justicia y que aparte de una vez por todas el foco principal del «fantasma de Bruselas».
Pero antes quedan por solventar lagunas legales y reglamentarias. Si el presidente del Parlament, Roger Torrent, no propone candidato o lo que es igual no asume, en línea con lo apuntado por su compañero de partido Joan Tardà que Puigdemont debería sacrificarse «para preservar la titánica victoria del 21-D», nos encontraríamos con la realidad de que ni la propia ley de presidencia ni el Estatut contemplan con claridad si los plazos se ponen en marcha a partir de hoy miércoles 31 día en el que vencen los tiempos para la primera investidura. Algún precedente hay sin embargo en otros lares y en otros años, como ocurrió en la comunidad de Madrid tras el post «tamayazo» del año 2003. Todo un enredo frente al que el gobierno del estado no parece dispuesto llegados a este punto a ceder ni un milímetro más tras lo ocurrido el «1-O» y consciente como los propios miembros del bloque independentista, de que Puigdemont tampoco va a ceder en sus pretensiones mientras que tenga tiempo por delante. Ergo puede quedar 155 para rato.
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