Cristina López Schlichting
Los bandoleros buenos
Es sobrecogedor cómo los dirigentes socialistas han cerrado filas en defensa de Manuel Chaves y José Antonio Griñán ahora que no queda más remedio que acudir a los tribunales y hacer frente a un proceso. El argumentario pivota sobre dos razonamientos insólitos: que no robaron y que el dinero no se lo quedaron personalmente. La explicación me confirma que, o toman por idiotas a los españoles o tienen constancia de que los españoles somos idiotas. Cuando han juzgado el mal ajeno, los socialistas han sido implacables. ¿Ha robado o se ha enriquecido personalmente Rita Barberá? No. Se sospecha que ordenó blanquear dinero negro, de donantes empresariales, para financiar al Partido Popular. No se quedó un euro. Sin embargo ¿cuántas veces se ha dicho que es una ladrona que debe dejar la política? Frente a los 50.000 euros que se examinan en Valencia, hablamos –sólo en el caso de los ERE de Andalucía– de más de 800 millones de euros que, ojo, no proceden de cajas B nutridas por empresas privadas, sino directamente de fondos públicos del contribuyente. Esos dineros se distrajeron del control parlamentario por un complejo mecanismo administrativo y se repartieron entre amigos y miembros del PSOE. Para sus bolsillos privados. El beneficio, tanto para Chaves como para Griñán, era la compra de votos para el partido, el garantizarse seguir en el poder ¿Qué más beneficio privado se quiere? Y ahí están, los líderes del pueblo, a una, defendiendo la honorabilidad de dos personas que han saqueado el erario público para sus proyectos. Se les llena la boca: «No se han echado nada a su bolsillo». Se abunda con ello en la idea, tan española, tan popular, tan hija de la de la envidia, de que lo importante es que la sinvergonzonería se reparta. Quisiera pensar que no les va a salir bien. Que la gente ya no compra estas motos ni esta hipocresía. Ya basta de cinismo y de mentiras. Hay todo un lenguaje político que se debe suprimir, que es incompatible con determinados niveles europeos de educación y honestidad. Afirmaciones socialistas como «¡Vamos a ganar las elecciones!» ¿Cómo se puede decir eso cuando nadie las va a ganar en términos de mayorías absolutas? ¿O cuando se sabe que el PP va en cabeza en las encuestas? ¿Por qué se repiten tonterías que todo el mundo sabe que lo son? Y esos vetos... esa incapacidad para admitir que todos nos equivocamos y todos acertamos en algo. Qué cansancio de la España de los dos bandos, los leñazos, el paseíllo, la Guerra Civil. Por favor. Que alguien explique que –dado que los resultados serán fragmentados– es preciso pactar de verdad, sacar denominadores comunes, hacer intersecciones y dejar de dispersar insultos y embustes. Mientras haya dirigentes que pretendan convencernos de que Rita, o Bárcenas, o Pujol son ladrones al uso, que hay que perseguir, y Chaves y Griñán, por el contrario, trasuntos de Robin Hood o El Zorro, que hay que comprender y disculpar, esto no avanzará un palmo.
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