Julián Cabrera

Los nuevos del «cole»

La Razón
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Hay más jóvenes, más mujeres, más novatos, más mochilas y algún «piercing»; habrá una primera diputada de raza negra, hay más grupos parlamentarios y también la posibilidad de que éste sea el Parlamento más efímero de nuestra historia democrática.

Hoy miércoles escucharemos de nuevo el «se abre la sesión» en un hemiciclo del Congreso al que, como diría Alfonso Guerra, no va a conocer «ni la madre que lo parió». Como en el cine con el «día del espectador», las sesiones de miércoles llevan años siendo la auténtica referencia de la vida parlamentaria, es el día en el que ningún informador político puede excusar su presencia en los pasillos de la carrera de San Jerónimo.

Nuevas caras y está por ver si nuevas maneras de hacer política, aunque la realidad de la dinámica parlamentaria se encargará de que muchos de los nuevos diputados legítimamente electos vayan tomando conciencia de lo que significa ocupar el asiento rojo burdeos. Paradojas de la vida, algunos de los que jaleaban hace meses las acciones de la plataforma «rodea el Congreso» –y no me refiero sólo a una escasa media docena– han tomado ya posesión de su acta de diputado y hoy estarán sentados en la sesión constitutiva de las Cortes. El pragmatismo político siempre brinda oportunidades para la redención.

Lo que hoy viviremos en el Congreso tiene mucho de hora de la verdad para mostrarnos lo que se ha estado negociando entre los distintos grupos políticos en estas jornadas previas a la primera sesión de hoy por la mañana, negociaciones por cierto llevadas a cabo en muchos casos en secreto y sin luz ni taquígrafos, algo que he de volver a insistir tiene bastante poco que ver con unas supuestas nuevas maneras de hacer política, maneras con las que tampoco parece corresponderse demasiado la inclinación por establecer un «cordón sanitario» aislando al Partido Popular –fuerza más votada a pesar de su pírrica victoria– en algo tan fundamental para el devenir parlamentario de la legislatura como es la composición de la Mesa del Congreso.

La presidencia de la Cámara Baja es importante en lo que conlleva de su papel arbitral, máxime en un Congreso tan fraccionado como el que se presenta, pero es la Mesa la que ostenta el poder para habilitar o para vetar determinados debates, tanto que hasta con un gobierno en funciones podría dar luz verde a iniciativas contra reformas de postín de los últimos cuatro años aun a través de proposiciones no de ley por mucho que no sean vinculantes.

Llegamos a esta sesión de hoy dejando atrás cutres escaramuzas como la disputa entre PSOE y Podemos a propósito de quién ocupará la tradicional bancada de zona izquierda en el hemiciclo y llegamos con otras paradojas, como la obstinación de un partido con 90 escaños por copar -ahí es nada- las presidencias del Legislativo y del Ejecutivo, pero llegamos sobre todo con una de las dos cosas que, además de un gobierno con pies de barro más añoran quienes pretenden romper la nación, como es un Parlamento legítimo sí, pero fraccionado.