Crisis en el PSOE
Luces largas
Hace tiempo que el problema del PSOE es que no logra un relato político que compatibilice con la necesidad de la sociedad y sus propios principios. Está instalado en posiciones naif de carácter más táctico que ideológico aunque se intenten disfrazar.
Un relato, en política, sirve para transmitir valores, objetivos y construir identidades. En realidad, consiste en transmitir una visión capaz de inspirar, estimular a otros y marcar la situación y el rumbo remarcando valores. A partir de ahí, el grupo se fortalece y se generan expectativas de logro.
Todo ello contribuye a la percepción de una identidad colectiva del grupo político. Sin embargo, el PSOE se ha convertido en los últimos años en un ente irreconocible incluso para sus miembros, no hay relato ni visión.
El Partido Socialista, en su historia, ha tomado decisiones controvertidas, pero todas ellas lideradas por personas que tuvieron una visión a largo plazo de los intereses de España y del PSOE y, además, fueron capaces de hacerse cargo del estado de ánimo de la sociedad y transformarlo.
No fue sencillo abandonar las tesis marxistas. En mayo de 1979 se celebró el segundo congreso después de la dictadura y el Partido Socialista redefinió su proyecto adaptándolo a la medida de lo que necesitaba España, modernizando una izquierda anclada en el pasado. El Partido Socialista prefirió trabajar para que España se pareciese a Alemania y no a la extinta URSS. Tampoco lo tuvo fácil cuando en 1986, el Gobierno socialista convocó un referéndum en el que pidió el apoyo de los españoles para seguir formando parte de la OTAN. En ese momento nació Izquierda Unida como compendio de la «auténtica izquierda española» y, curiosamente, Alianza Popular no votó a favor porque pudieron más sus posiciones antisocialistas que su convicción atlantista.
AP no consiguió que nadie les entendiese y sumergió a la derecha política en una larga crisis. IU no logró dibujar el futuro que querían para el país más allá del «no es no» a EE UU. Sólo el PSOE hizo posible que los españoles entendiesen que no era posible la integración plena en la Unión Europea sin la alineación con la OTAN.
Una posición política nueva y diferente tiene rechazos, a veces ideológicos, a veces por conveniencia táctica, pero, en ambos casos, el PSOE construyó un relato político de potencia suficiente como para convencer además de vencer.
La sociedad española entendió los movimientos socialistas y los compartió, aunque hubiese que hacer un esfuerzo adicional en explicar alguno. Los dirigentes no cayeron en la tentación de mantenerse en la zona de confort, es decir, seguir siendo marxistas y acallar a los que veían un descafeinamiento de las esencias ideológicas o votar NO a la OTAN, aunque eso supusiese que España siguiese fuera de la prosperidad y las libertades de Europa. En el momento actual, el Partido Socialista necesita un relato de lo que hay que hacer y para qué. Ha emergido la figura del Sr. Javier Fernández no tiene el perfil de un hiperliderazgo, pero por primera vez desde hace tiempo se escuchan cosas sensatas desde la dirección socialista.
El Sr. Pedro Sánchez no es un izquierdista convencido, es más bien un táctico que simplemente estaba agazapado en una posición cómoda en la que no afrontaba sus propias contradicciones. Se ha quedado prácticamente solo en unas pocas horas. Sus personas de confianza, como el Sr. Rafael Simancas, el Sr. César Luena o el propio portavoz, el Sr. Antonio Hernando, han anunciado que están dispuestos a defender la posición que se decida por la dirección, sea cual sea.
Por supuesto que muchos cumplirán con las instrucciones de la dirección por convencimiento, otros, «por su puesto», también lo harán, y los que no están dispuestos deberían echar un vistazo a la historia del partido socialista y reflexionar sobre su futuro. Hacen falta las luces largas porque con las de cruce no vemos suficiente tramo de carretera. Los republicanos cívicos sabemos distinguir bien entre ser más rojo y ser más de izquierda.
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