Lucas Haurie
Magníficas
Una entidad bancaria entregó los premios a los siete mejores expedientes académicos de la región. Ayer pudieron ver la foto en nuestro diario. Todas mujeres, a la salud de Yul Brynner, de Steve McQueen, de los samuráis de Akira Kurosawa, de los sabios de la Roma clásica, uno por colina, y de esa cursi e intragable versión pastelosa de los enanitos crecidos cada uno con su propia Blancanieves. Pero, sobre todo, a la salud de las feministas profesionales. Siete de siete, el cien por cien. ¿Se aplican las cuotas de sexo (el género es un concepto meramente gramatical) en la universidad andaluza? Por supuesto que no. Quienes han hecho de la discriminación positiva y el odio al varón un oficio se extrañarán por que estas brillantísimas estudiantes refuljan sin necesidad de que ninguna ley obligue a conceder a mujeres la mitad de las matrículas de honor de cada asignatura. La diplomacia mundial está pastoreada desde el comienzo del milenio por dos señoras, Hillary Clinton y antes Connie Rice, que demuestran desde la Secretaría de Estado que no existe incompatibilidad entre la menstruación y el pensamiento, como expresan con sus acciones quienes reparten cargos entre mujeres con la benevolencia del que reserva plazas de aparcamiento prioritarias para minusválidos. ¿Acaso no puede una señora alcanzar la excelencia por sí misma? Los dos últimos presidentes USA y yo opinamos que sí. Al contrario que la caterva de necios que han convertido la «igualdad» en un pingüe negocio... por no haber aprovechado la universidad como nuestras siete lumbreras.
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